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Un sueño imposible

El retroceso relativo de la Argentina, incluso respecto a nuestros vecinos de la región, está fuera de discusión. En efecto, en el Índice de Desarrollo Humano confeccionado por la ONU nuestro país se sitúa en el puesto 48 sobre 193 naciones, habiendo descendido 14 posiciones entre los años 2005 y 2022.

Esa notoria regresión es la consecuencia de una “policrisis” de naturaleza económica, política, de conductas sociales y de actitudes individuales que tiene evidentes consecuencias en el plano fiscal.

La actual Administración subestima la complejidad del problema y asume que la dimensión fiscal explica por sí sola la crisis multidimensional que agobia a los argentinos y, además, ha decidido afrontarla con desinhibido desapego a los principios del estado de derecho.

La extrema debilidad institucional en el plano de las finanzas públicas se ilustra con la inédita situación de un Presupuesto de Gastos y Cálculo de Recursos que, por primera vez en los 40 años de instaurada la democracia, no es resultado de una sanción legislativa del Congreso, sino que es la consecuencia de un Decreto prorrogado por dos periodos consecutivos. En adición a esa inmensa   discrecionalidad  en la asignación de los recursos públicos , corresponde sumar la irregular situación por la que atraviesa la Auditoría General de la Nación, el máximo organismo a cargo del control presupuestario de acuerdo a la Constitución Nacional.

Así, con ese diagnóstico monocausal que desconoce la complejidad de la crisis, la Administración se propuso la imprescindible normalización de las cuentas públicas y consiguió un modesto superávit merced a una muy fuerte y decidida contracción en los gastos, antes que en la mejora en los ingresos que se mantuvieron estables.

La reducción, generalizada en casi todos los programas presupuestarios fue superior al 20% en términos reales en la masa salarial y los gastos de consumo del sector público nacional.

En cuanto a las transferencias a los gobiernos provinciales y la Ciudad de Buenos Aires, que tienen la competencia primaria en los servicios de salud y educación, sufrieron una disminución masiva y generalizada  del 68% en términos reales.

La obra pública  se vio afectada con la caída interanual real del 77% en los gastos de capital del sector público nacional.

Las prestaciones sociales también se redujeron y los haberes previsionales tuvieron una merma del 16% real en su poder adquisitivo.

Es pertinente preguntarse si ese ahorro público, no visto desde 2008, es sostenible en el tiempo. En esencia, el interrogante se justifica porque la reducción del gasto no es la consecuencia de ninguna reforma estructural en el funcionamiento del sector público sino una mera reducción de las partidas que, por otra parte, no son resultado de la voluntad del Congreso sino de una provisoria y frágil decisión administrativa.

Las dudas sobre la sostenibilidad del gasto (tanto en términos de la solidez jurídica de las normas que permitieron la reducción; como del nivel y su potencial impacto macroeconómico; y su estructura, desde la perspectiva de la aceptación social) tiene en la política de la seguridad social, en particular lo referido a los haberes previsionales, una relevancia superlativa sobre la cual el silencio oficial es estruendoso.

Del mismo modo, son legítimas las preguntas acerca del papel de las políticas públicas para atender la formación de nuestros recursos humanos, de cara a los desafíos del cambio tecnológico, o las iniciativas para modernizar y ampliar la infraestructura en nuestro país.

Ese marcado reduccionismo analítico del oficialismo lleva a que la política pública ignore el carácter sistémico del problema del estancamiento económico, clave estructural del problema argentino, que puede ilustrarse con solo dos datos: el ingreso por habitante es inferior al de quince años atrás y el número de empleos registrados en el sector privado es igual al del año 2011.

Más preocupante, el catecismo oficial propone que, a la explosión del gasto público en la década desperdiciada de la “necrofilia ideológica” se le debe contraponer la fanática acción de “los topos que aman destruir el estado desde adentro”.

Por el contrario, la superación del estancamiento económico requiere del diagnóstico preciso de una realidad compleja -lejos de dogmáticas superficialidades- y un programa global, integral y consistente que atienda los objetivos de integración a un mundo convulso en pos   de la competitividad económica y la cohesión social.

Las condiciones de éxito de esa alternativa  están cifradas en que la reconfiguración de las relaciones entre el Estado, la sociedad y el mercado se correspondan con el máximo respeto al estado de derecho consagrado en la Constitución Nacional y sean el resultado de acuerdos sustantivos en sede legislativa que garanticen la equidad en el esfuerzo colectivo.

De otro modo, si se consolida la fantasía de creerse la vanguardia de una supuesta revolución cultural a escala global; si se insiste en lesionar la independencia de los poderes, el control y la rendición de cuentas y se identifica como enemigo a quien piensa distinto solo está asegurada una nueva frustración.

El imposible sueño ultra minoritario de una “autocracia de mercado” no justifica desperdiciar el mayúsculo esfuerzo social y el sacrificio individual de millones de ciudadanos.

Publicado en el Diario Clarín el 08-04-2025

4 respuestas a «Un sueño imposible»

Mi humilde opinión, es la siguiente, está muy buena la nota y el sentido que se le da, pienso que existe una decadencia política marcada en el tiempo por lo consiguiente una decadencia social, todo ésto acompaña a lo económico, está todo íntimamente ligado. Los dirigentes políticos se creen dueños de la gente y la situación que ellos mismos crean. Los gremios perduran en el tiempo y continúan sus hijos sin ningún tipo de carrera política o experiencia en la misma llevándonos a una caos social imposible de sostener. Cómo también partidos o movimientos políticos queriendo gobernar para sí y no por la DEMOCRACIA sin respetar la INDEPENDENCIA DE PODERES con todo que trae aparejado. El populismo gana la calle y comienza el descreimiento social del electorado y la masa social perjudicando ECONOMÍA, SALUD, JUSTICIA, EDUCACIÓN, SEGURIDAD…ETC…ETC… Todo lo expuesto nos condiciona y actúa devaluando a la sociedad perdiendo acciones ganadas o conquistadas en años anteriores. Daría la impresión que habría que comenzar nuevamente a reconquistar valores DEMOCRÁTICOS perdidos depurando “todo lo venido a menos” o perdido para pasarlo a la columna de lo LOGRADO, de lo POSITIVO. Como en el hogar…cuando una familia se desmadra es difícil volver a comenzar, pero no imposible. Creo que nos ocurre algo similar, levantar a la ARGENTINA va a ser difícil pero no imposible. Tengo fe y esperanza que así va a ser pero con mucho esfuerzo y trabajo. Parafraseando a un “amigo cómo don Raúl” NOS LOS REPRESENTANTES DEL PUEBLO DE LA NACIÓN ARGENTINA…La salida económica, social y política la tienen los que tienen el poder, el tema es LOGRAR SABER ELEGIR A NUESTROS REPRESENTANTES Y ESTÁ EN ELLOS RESPETARNOS COMO CIUDADANOS Y QUE DICHOS REPRESENTANTES SON LOS GERENTES QUE LES DIMOS EL MANDATO EN TIEMPO Y FORMA PARA CRECER Y SER RESPETADOS, NO SON DUEÑOS DE NADA SÍ DE SER HONESTOS Y RESPETAR NUESTROS DERECHOS. GRACIAS POR DEJAR COMPARTIR ÉSTE ESPACIO Y ESPERO CON MUCHO OPTMISMO DEL REGRESO DE UNA DEMOCRACIA LIBRE JUSTA Y SOBERANA COMO DIOS Y LA PATRIA ASI LO QUIERE.

Jesús, Muy buena lectura del proceso que “padece” la sociedad desde hace décadas, dónde muchas de sus manifestaciones más preocupantes parecen agudizarse con las medidas que propone y ejecuta el actual gobierno.

Excelente columna de Jesús en la que señala con claridad que la complejidad del problema fiscal no se puede resolver sin los principios del Estado de derecho. La democracia no flota en el aire, está enmarcada en el Estado de derecho. Son muy provechosos los aportes sobre el intento de normalización de las cuentas públicas, lo que lleva a una serie de preguntas interesantes, con mucha incertidumbre en el medio.

Absolutamente acertada la breve pero contundente nota escrita por Jesús. Cabe agregarse la desintegración de los partidos políticos y coaliciones que aunque perdidosos en las últimas elecciones, lo fueron en la segunda vuelta. Luego, especulaciones personales hicieron el resto

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