La frase del título fue pronunciada hace siete años y medio por la entonces Presidente de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner. Se refería al fútbol.
En el predio de Ezeiza de la Asociación de Fútbol Argentino, el 20 de agosto de 2009, se oficializaba el convenio que dio nacimiento al programa Fútbol para Todos.
A lo largo de un discurso encendido en el que esgrimió “la democratización del deporte” y la liberación de los “goles secuestrados”, CFK aseguró que el programa del Estado Nacional, Fútbol para Todos, no sólo se autofinanciaría sino que sobraría la plata. Con el 50% de las ganancias se pagarían los derechos a la AFA y con el 50% restante se promovería el deporte olímpico.
La principal razón detrás del acuerdo firmado -esbozada por CFK ese día (“El Gobierno quiere promover la industria; quiere ayudar a clubes que generan negocios millonarios y cada vez están más pobres”)- era el fortalecimiento de los alrededor de 4.200 clubes agrupados en la AFA.
CFK aseguró que Fútbol para Todos no sólo se autofinanciaría sino que sobraría la plata.
Se presentaba como un acuerdo donde todos ganaban: los argentinos tenían acceso gratuito a los partidos de fútbol televisados, los clubes salían de una situación financiera acuciante, los deportistas olímpicos se consagraban y al Estado no le costaba un peso porque administraba las ganancias de comercializar el producto.
Estamos en 2016 y el resultado es muy distinto al que fue delineado en aquel entonces, tal como demostró una auditoría de la AGN aprobada en 2015 a la que se refiere hoy este artículo de Nuevos Papeles.
El fútbol -ese “negocio extraordinario”- terminó siendo subsidiado por más de $9.300 millones entre 2009 y 2016.
Esto no ocurrió fortuitamente sino por decisión del propio Gobierno, quien apenas 6 meses después de firmado el contrato desechó la “comercialización del producto” y abarcó los espacios íntegramente con publicidad oficial.
Los clubes de fútbol -que según el contrato entre el Estado Nacional y la AFA debían pasar “de formador de jugadores de nivel mundial a generador de espectáculos deportivos, a partir del mejor nivel de sus torneos”, profundizaron su crisis. A pesar de los millonarios subsidios -superiores desde el inicio en más del doble de lo que habrían pagado empresas del sector privado-, hoy el fútbol argentino está al borde de la quiebra.
El programa costó $9.300 millones entre 2009 y 2016 y no logró ninguno de los objetivos que se planteó: ni se autofinanció, ni salvó a los clubes ni promovió el deporte. Tampoco transmitió fútbol gratuito “para todos” sino para una porción de la población.
El contrato obligaba a la AFA a implementar un sistema de control transparente para que los fondos públicos se utilizaran correctamente y a asegurar el cumplimiento de las reglamentaciones a los clubes afiliados. El Estado, a su vez, debió exigir a la AFA una rendición de cuentas. Nada de esto ocurrió.
Fútbol para Todos está bajo escrutinio judicial. En la Causa 4995/14 -que contó con el informe de la AGN uno de los elementos de prueba- están procesados funcionarios públicos y dirigentes de la AFA por defraudación a la administración pública y malversación.
¿Qué se logró para los argentinos con este acuerdo? De todos los objetivos originalmente planteados, el único que se cumplió -parcialmente- fue el del acceso gratuito a los partidos de fútbol transmitidos por la TV Pública. Es un logro a medias y poco equitativo ya que la TV Pública no llega a todo el país y en algunas localidades se accede mediante cable o TV Digital, que son pagas. Pero además es necesario preguntarse -ya que finalmente Fútbol para Todos no se autofinanció sino que costó US$1.252 millones- qué destinos alternativos podría haber tenido ese dinero en una Argentina que no ha podido resolver en todos estos años su problema de pobreza estructural.
2 respuestas a «“Un negocio extraordinario que no necesita ser subsidiado”»
Todo lo que rodea al Fútbol esta en decadencia. Hasta el público cambió. No hemos podido solucionar el ingreso del público local y visitante. No tenemos dirigentes responsables en los clubes. Ellos permitieron el caos en los mismos.
Mercantilizar un hecho cultural como el fútbol es propio de técnicos del mercado, como cavallo, m de hoz o el mismo melconian. Un clásico del neoliberalismo es querer parecerse todos a los chicago boys. No es un buen papel para un político, y memos si este es de un partido de raigambre popular. A no ser que la contradicción fundamental se haya resuelto en la caja del grupo clarín, quien supo secuestrar los goles, fundir miles de operadores de cable del interior y someter a cientos de asociaciones y clubes deportivos de todo el país. Burzaco puede ayudar a despejar las dudas sobre la actuación de magneto en el principal divertimento de los Argentinos, claro que debemos esperar lo que diga la justicia yanqui, dado que nada dijeron en su momento los que ahora hablan de la actuación del estado en la excelente decisión de llevar a la mayor parte de la población, la pasión de multitudes.