En el encuentro del PJ realizado en Olivos la Presidente Kirchner afirmó: “ Prefiero hablar de Movimiento y Peronismo. Siempre me resisto a hablar de partido y de justicialismo”.
Esa definición echa luz sobre una de las cuestiones que explican, en buena medida, las causas de la decadencia argentina. En efecto el Movimientismo es un modo de hacer política arraigado en varios países de América Latina y, por cierto, en la Argentina según el cual las principales identidades e intereses se expresan y luchan entre sí a través de movimientos políticos basados en la lógica incluyente-excluyente de la relación amigo-enemigo.
En ese contexto, el régimen político que mejor expresa la política definida en términos de movimiento es el populismo y es así que la Región de América Latina asiste a una tercera ola populista en la primera década del Siglo XXI que continúa la conocida en los años 40 del siglo pasado y, más recientemente, en los noventa. A pesar de las diferencias en el plano económico,en los cuarenta con rasgos estatizantes y con el llamado Consenso de Washington en los años 40, el registro común es la subestimación de la democracia representativa y la subalternización de los partidos políticos.
En la concepción movimientista de la política, las prácticas democráticas verdaderas son las que respaldan a los líderes de la causa que conviven con otras, descalificadas como bastardas, que se atreven a criticarlos. En esa visión, las democracias caracterizadas como verdaderas son aquellas que escuchan la voz del “pueblo” que se expresa sin ningún tipo de intermediaciones políticas a través de la democracia plebiscitaria. En esa práctica movimientista los contrapesos de los poderes republicanos y los mecanismos de control no son legítimos si critican al gobierno porque “entorpecen” su gestión.
Esas son las razones que explican la impotencia de la administración Kirchner para proponer un camino de calidad institucional democrática, condición inexcusable para pensar un proyecto de crecimiento económico sostenible.