Esta semana Alfredo Leuco, en su muy seguida columna editorial del programa de Radio Continental, habló de Arturo Illia, nombre propio de una personalidad política hoy unánimemente reconocida por ser la expresión de valores apreciados en una sociedad democrática: austeridad, decencia y compromiso con sus promesas electorales.
Por eso es oportuno recomendar un reciente libro de Rodolfo Pandolfi y Emilio Gibaja: La Democracia Derrotada, Arturo Illia y su Epoca, de la Editorial Lumiere, Buenos Aires, 2008.
En ese texto se recuerda que la propaganda golpista estigmatizaba a Don Arturo como un “pobre viejo”, a pesar de haber llegado al Gobierno en plena madurez, con 63 años, haciendo olvidar a los argentinos que destacados estadistas como Konrad Adenauer, cuya sagacidad permitió que Alemania se recuperara después de la caída del nazismo, gobernó su país hasta los 87 años, o que W Churchill dejó el poder a los 81 años, o que Charles de Gaulle, libertador de Francia, fue Presidente hasta los 79 años.
Arturo Illia – que gobernó un país muy distinto al de nuestros días, por caso la Asociación Psicoanalista Argentina reconocía la actuación profesional de sólo 79 psicoanalistas, de los cuales 16 eran extranjeros- fue objeto de “ la conjura que se movió sobre la base de intereses económicos y financieros, variantes ideológicas, profundos deseos de venganza, ilusiones apócrifas y, en gran parte, al momento especial que vivía el mundo en plena guerra fría” .
Precisamente, la pasión por la Paz de Arturo Illia llevó a que algunos caricaturistas intentaran ridiculizarlo con una paloma blanca en la cabeza, sin valorar que, sin que existieran relaciones diplomáticas con China, Illia vendiera a ese país un millón de toneladas de trigo.
La honradez de Illia fue la de su Gobierno. Un sólo ejemplo: su Ministro de Salud Pública, Arturo Oñativia, aceptó la colecta de ciudadanos de su Provincia, Salta, que reunieron fondos para comprar una casa que le permitiera ejercer su vocación y profesión de Médico.
El Gobierno de Illia sufrió el acoso de las corporaciones: en Diciembre de 1963, a poco más de un mes de su iniciación, se produjo el primer paro general , que preanunciaba el Plan de Lucha de la CGT que pavimentara el camino al golpe.
Ese golpe del 28 de Junio de 1966 mereció por parte del General Perón, según el reportaje de Tomás Eloy Martínez publicado en la Revista Primera Plana dos días después, la siguiente opinión: “ Para mi este es un movimiento simpático porque acortó una situación que ya no podía continuar….. Simpatizo con el movimiento militar porque el nuevo gobierno puso coto a una situación catastrófica”.
En una solicitada publicada en La Nación a seis meses de su derrocamiento, para reforzar la convicción radical que la estabilidad política –la democracia- es causa determinante del desarrollo, Arturo Illia dijo: “ la aparente simplificación que supuso la eliminación de los controles institucionales ha fracasado y todos comprenden ya que la democracia orgánica y seriamente practicada es el único sistema capaz de asegurar en libertad y justica el crecimiento ordenado” .
Tuvieron que pasar años y mucha violencia para que todos aprendiéramos en la Argentina la sabiduría de esas palabras.