Hoy se cumplen 40 años del secuestro seguido de asesinato, que unos pocos insisten en llamar “ajusticiamiento”, de Pedro Eugenio Aramburu que, tanto Clarín como Perfil, recuerdan en sus ediciones del día en lo que constituye el acta de nacimiento y, al tiempo, bautismo de fuego de la organización político-militar Montoneros.
La llamada Operación Pindapoy por la organización Montoneros – en ese entonces compuesta por una docena de integrantes entre los que se contaban algunos con oscuros orígenes ideológicos en el rancio nacionalismo integrista que admiraba el falangismo español- terminó por conformar un grupo de profesionales de la violencia que reconocían la vigencia de una “ciencia militar”, según documentos de su Conducción Nacional.
La saga de los Montoneros ha sido extensamente analizada en los años recientes luego del pionero ensayo de Pablo Giussani “Montoneros: La Soberbia Armada”. El texto, comentado por Ernesto Sábato como “un libro de trascendencia histórica, conmovedoramente honrado, admirablemente escrito”, demuestra que – más allá del declaracionismo izquierdista- las inclinaciones, estilos y creencias ideológicas de los Montoneros pertenecen inconfundiblemente al acervo cultural de la derecha.
A estas alturas no importa tanto si como recuerda Richard Gillespie en su libro “ Montoneros: Soldados de Perón” , citando el diario catalán La Vanguardia del 5 de Agosto de 1970, el jefe Montonero Mario Firmenich realizó veintidós visitas al Ministerio del Interior de la dictadura durante los meses de Abril y Mayo de 1970.
Tampoco es demasiado relevante si el propio Firmenich era colaborador de los servicios de inteligencia argentinos como informa Martin Andersen, en “Dossier Secreto: El Mito de la Guerra Sucia”, con datos obtenidos de diplomáticos estadounidenses acreditados en Buenos Aires.
Sí, en cambio, es pertinente admitir que el asesinato de Aramburu contribuyó de manera decisiva a la espiralización de la violencia política, que alcanzó en la Argentina el paroxismo con el golpe de Marzo de 1976 cuando se institucionalizó plenamente el terrorismo de Estado, anticipado por la Triple A durante el tercer Gobierno Peronista .
En ese golpe todos los actores políticos – partidos, sindicatos, medios de comunicación, nucleamientos empresarios, fuerzas espirituales y organizaciones guerrilleras – tuvieron una cuota de participación más o menos comprometida.
¿ Y cual fue la de los Montoneros? Escuchemos de la propia boca de su Comandante Mario Firmenich en un reportaje, a bordo de un avión que cruzaba el Atlántico, a Gabriel García Márquez: “ A fin de Octubre de 1975, cuando todavía estaba el Gobierno de Isabel Perón, ya sabíamos que se daría el golpe dentro del año. No hicimos nada para impedirlo porque, en suma, el golpe formaba parte de la lucha interna en el Movimiento Peronista. Hicimos, en cambio, nuestros cálculos, cálculos de guerra, y nos preparamos a soportar, en el primer año, un número de pérdidas no inferior a mil quinientas bajas”.
No es posible reclamar más precisión ni claridad, verdad?