Hasta el año 1992, en Sudáfrica sólo tenían derechos políticos los blancos. El régimen segregacionista iniciado en 1948 que consagró el apartheid tuvo, por cierto, el apoyo de las dictaduras de los países de la región de América Latina hasta que la democracia instaurada en la Argentina con el Presidente Alfonsín, aún en el contexto de la Guerra Fría, rompió relaciones con el régimen de Pretoria.
El primer Presidente de Sudáfrica libremente elegido, Nelson Mandela, creó una Comisión de Verdad y Reconciliación presidida por el Premio Nobel Desmon Tutu para afrontar los desafíos que, para la nueva etapa democrática, significaba la historia de represión y violencia del país.
Es, como me dijo para una investigación que hice sobre el impacto de la democratización argentina en la transición democrática chilena el Dr José Zalaquett -que fuera Jefe del Comité Ejecutivo Internacional de Amnesty International-, una derivación de la importancia muy visible y simbólica de la CONADEP de Argentina en las alrededor de treinta comisiones de la verdad que se constituyeron, entre otros países, en Chile, Perú, Guatemala y El Salvador.