“La magnitud de los problemas que debe afrontar el país y la transformación social que está sufriendo el mundo obligan a todos los argentinos a expresar su criterio sobre la forma en que deben encarar las cuestiones de orden interno y externo.”
El marco global
El texto que encabeza esta reflexión es un fragmento de la histórica Declaración de Avellaneda de la Unión Cívica Radical del mes de abril de 1945 y nos anima a encarar el análisis del Acuerdo Birregional anunciado el 28 de junio en Bruselas que es, esencialmente, una decisión política asumida por Estados organizados en una instancia intergubernamental, el Mercosur, y una asociación política, la Unión Europea.
El carácter político de esa decisión está alineado con las razones que dieron origen a ambas instituciones. En el caso europeo, el tratado de Roma de 1957, continuidad del que creó la Comunidad del Carbón y del Acero, estuvo fundado en terminar con los conflictos que convirtieron a Europa, en el siglo XX, en territorio de dos guerras mundiales. Los antecedentes del Mercosur, por su parte, se remontan a la voluntad de Argentina y Brasil, durante la Presidencia del Dr. Alfonsín, de dejar atrás una historia común de desconfianzas y sospechas.
El Acuerdo, que se concreta después de treinta y nueve reuniones formales del Comité de Negociaciones Birregionales (órgano encargado de la negociación) desarrolladas desde su lanzamiento en el año 2000, se compone de tres pilares: un tratado de cooperación, otro de diálogo político y uno de libre comercio.
En rigor, el Acuerdo debe ser analizado en el contexto de los dos procesos que caracterizan, con flujos y reflujos, los asuntos globales en las últimas décadas: la democratización y la globalización.