Sergio Ramírez es un escritor nicaraguense que integró como Vicepresidente el primer gobierno que sucedió a la dictadura de Somoza y que, por diferencias insalvables con la conducción, renunció al Frente Sandinista a mediados de los años noventa. Ayer el diario La Nación publicó una nota suya sobre el azote del narcotráfico en la frontera mexicana cuyo título, más que sugestivo, es La Santa Muerte.
Esta nota, que se refiere al premio obtenido por un fotógrafo mexicano de la Fundación Nuevo Periodismo creada por Gabriel García Márquez, se suma a las varias que en las últimas semanas se publican sobre la amenaza que el crecimiento del narcotráfico implica para la convivencia pacífica y democrática en nuestras sociedades.
Ahora bien, si estamos frente a acciones ilegales transnacionales por lo que la acción concertada entre los estados es imprescindible, la pregunta que se impone es si la aproximación al problema basada en un enfoque que centra la acción pública en la producción de narcóticos es suficiente o si, por el contrario, se impone una revisión que atienda, de manera decisiva, las razones que conducen a los continuos aumentos de la demanda.
En esta perspectiva es relevante constatar que en uno de los mercados más importantes de consumo, los Estados Unidos, a pesar de los gigantescos presupuestos asignados contra el consumo de drogas -en programas federales, estatales y municipales se ha estimado que asciende, en los últimos 20 años, a la suma de 450000 millones de dólares-, la población carcelaria por motivos vinculados al consumo y provisión de drogas es de alrededor de 1,5 millones de personas, ochenta por ciento de los cuales pertenecen a las minorías hispanas y afroamericanas.
La Iniciativa Latinoamericana sobre Drogas y Democracia, titularizada por los ex Presidentes Fernando Henrique Cardoso, Cesar Gaviria y Ernesto Zedillo de Brasil, Colombia y México respectivamente, ha propiciado recorrer un camino distinto ya que la violencia y la corrupción asociada al tráfico de drogas y la ineficacia de las políticas están corroyendo desde adentro nuestra democracia.