La semana pasada estuve en un seminario organizado por la Iniciativa de Desarrollo de la INTOSAI y el Departamento de Economía y Asuntos Sociales de la ONU con el fin de capacitarnos para auditar e impulsar la implementación de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
Cuando se toma contacto con los ODS por primera vez, se tiene la impresión de algo inabarcable. Los 17 objetivos que los 193 países firmantes pretenden lograr de aquí a 2030 son tan ambiciosos que pueden parecer espejitos de colores.
En 2015 se llegó a un consenso en la comunidad internacional acerca de la necesidad de acabar con el hambre, la pobreza y la exclusión, de garantizar el agua, el acceso a una educación inclusiva y a una vida sana a todos los habitantes del planeta, entre otros objetivos que -aunque de abordaje muy complejo- piden a gritos ser alcanzados en un mundo que disminuye lentamente los niveles de pobreza pero aumenta rápidamente la desigualdad (ver entrada anterior sobre este tema).