En su discurso anual frente a la Asamblea Legislativa, el Presidente Obama dijo, al proponer una reforma fiscal, que “ debemos dejar de subsidiar a los millonarios”.
Lo hizo, seguramente, teniendo en cuenta la oposición republicana, con mayoría en la Cámara de Diputados, a modificar la estructura impositiva consagrada durante las administraciones Bush.
El tema tiene actualidad por varias razones: probablemente haya tenido en cuenta que, en las internas en el campo republicano, un tema controvertido es la reducida contribución por impuestos a las ganancias que paga un millonario ex gobernador con chances de ser el candidato que finalmente enfrentará a Obama.
Pero, seguramente, la reflexión está fundada en la creciente desigualdad verificada en la sociedad norteamericana. En efecto, en un reciente estudio, la Oficina de Presupuesto del Congreso (CBO por sus siglas en ingles) acaba de demostrar que entre los años 1979 y 2007 los ingresos de los hogares en EEUU aumentaron, en términos reales, en promedio, un 62%. Este ingreso está calculado luego de las transferencias por los distintos programas incluidos en el Presupuesto desde el sector público nacional a los ciudadanos y del pago de los impuestos nacionales por parte de los contribuyentes.
Pero lo más interesante del trabajo es que, cuando se analizan los hogares por tramos de ingreso , se comprueba que para el 1% de la población con ingresos más altos el aumento fue del 275%, mientras que para el 20% de la población con menores ingresos el incremento real fue solo el 18% más alto en 2007 en relación al año 1979. Como resultado de este diverso incremento en los ingresos de los hogares , la distribución del ingreso en los Estados Unidos -después de impuestos- es más desigual en 2007 que en 1979.
La mayor desigualdad en los EEUU se verifica a pesar que tanto los gastos públicos en transferencias hacia los individuos, como la estructura tributaria tienen sesgos progresivos, inversamente a lo que sucede en América Latina.
En los países desarrollados, el impuesto a las ganancias es relevante y, mayoritariamente, es pagado por las personas físicas.
En nuestra región de América Latina, por el contrario, los ingresos públicos mayoritarios son por gravámenes sobre el consumo o surgidos del comercio exterior y, cuando se cobra impuestos a las ganancias, lo recaudado por impuestos a las empresas duplica lo que ingresa por lo pagado por las personas físicas. Exactamente a la inversa de lo que se observa en los países desarrollados donde la carga impositiva en el impuesto a las ganancias recae mayoritariamente en las personas físicas para poder capturar, precisamente, la mayor capacidad contributiva.
En la Argentina, en tanto, la estructura tributaria es claramente regresiva. Adicionalmente, por el lado de los gastos, cuesta creer que los subsidios al consumo de los servicios públicos por los sectores mas acomodados de la sociedad ( equivalentes a más del 17% del Presupuesto de la Nación y 4 % del PIB) y los miles de millones de dólares destinados a financiar el déficit de Aerolíneas Argentinas sean eficaces para mejorar la distribución del ingreso.