Reportaje de Astrid Pikielny, para el Diario La Nación, publicado el 1 de agosto de 2022.
A pedido de Raúl Alfonsín, asumió en Economía con una inflación desatada, saqueos y una fuerte debilidad política; del entusiasmo por la nueva democracia a la desazón de la entrega anticipada del poder.
-Hola Jesús, ¿cómo estás? ¿Cómo está la familia? Necesito que me hagas un favor.
-Sí, cómo no, Raúl.
-Necesito convencer a un amigo. Porque tengo que pedirle algo que no le va a gustar.
-Sí, dígame.
-Hay que convencerlo de que sea ministro de Economía.
-¿Y quién es?
-Jesús Rodríguez.
-¡Usted está loco!
Más de 30 años no pudieron borrar el diálogo telefónico en el que Raúl Alfonsín le pidió a Jesús Rodríguez que asumiera como ministro de Economía. Fue el 25 de mayo de 1989. Con el radicalismo derrotado en la elección del 14 de mayo, la economía desenfrenada y los saqueos en escalada, la inflación se duplicaba todos los meses: en abril había sido de 33%; en mayo había llegado a 79%.
Ese 25 de mayo, el Presidente participó del tedeum y recorrió, a pie, el tramo que separa la Casa de Gobierno de la Catedral. “Y para que el Presidente no recorriera esos 100 metros solo en una plaza vacía y desierta, en el radicalismo de la Capital organizamos un acompañamiento invitando a los afiliados y simpatizantes a estar ahí. Fui con mis hijas, a quien Alfonsín llamaba ‘Las Jesusas”, recuerda Jesús Rodríguez hoy, 33 años después.
Cuando finalizó el tedeum, Rodríguez volvió a su casa. El almuerzo con su mujer y sus hijas quedó interrumpido por el sonido del teléfono: desde la residencia de Olivos, el Presidente le pedía que fuera el ministro de Economía.
“A la tarde fui a Olivos y se arregló la asunción para el día siguiente porque estábamos con [Juan Carlos] Pugliese ya renunciado. El martes 23, Alfonsín había hecho un discurso en el que dijo que el domingo iba a anunciar el programa económico previsto hasta el final del mandato. O sea que yo asumí un día viernes, enterado el día previo y tuve que formular las medidas de emergencia. Y preparar el discurso que el Presidente iba a dar 48 horas después”, dice Rodríguez para describir el vértigo de aquellos días.
En el diario Clarín, el periodista y dibujante Hermenegildo Sábat ilustró ese nombramiento de este modo: Jesús Rodríguez, que entonces tenía 33 años, aparecía crucificado, en expresión del sacrificio. Al pie de esa cruz gigante, Alfonsín, arrodillado y encorvado con la mirada en el suelo, oraba con las manos en plegaria.
Desde que Sábat se la regaló, esa ilustración cuelga en una de las paredes de su escritorio, junto con fotografías, caricaturas y recuerdos que ahora Rodríguez muestra en el encuentro con LA NACION.
Aquella designación, reconoce, lo abrumó. “No estaba seguro de estar a la altura de las circunstancias, pero nunca pensé en la posibilidad de decir que no. Yo sabía que no era una nominación para lucirse ni que era un reconocimiento. Era un proceso de salvataje: ser un actor más en evitar la peor de las situaciones. Un soldado en la trinchera. Eso. Un soldado en la trinchera.”
Jesús Rodríguez habló con su mujer. Y también con quien ya había estado en ese mismo quinto piso de Hipólito Yrigoyen 250 que ahora le pedían ocupar, el exministro de Economía Juan Sourrouille. “Y Sourrouille, que era un caballero, me dice: ‘Me echás toda la culpa a mí´”.
Rodríguez asumió el 26 de mayo de 1989. Y el domingo 28, Alfonsín dio su discurso sobre las medidas económicas.
“Veníamos de un feriado cambiario y bancario. Los bancos estaban cerrados. Entonces, la decisión que había que tomar era si se abrían o no. Yo estaba el sábado en el ministerio y me llama Alfonsín. Me dice: ‘Estoy acá con fulano que quiere saber qué vamos a hacer. Ese hombre era presidente de la Asociación de Bancos de Buenos Aires (Adeba) y era el presidente del Banco Río, que hoy es el Santander. El sábado esta persona me viene a ver al ministerio. Entonces le dije: ´Mirá, nosotros vamos a abrir los bancos. Y pueden pasar dos cosas: que se abra y la cosa empiece a descomprimirse o que no pase eso. Si eso no pasa, voy a ser el ministro de Economía de la historia que menos tiempo habrá estado en el ministerio, pero vos te vas a quedar sin banco”. Me miró preocupado y le dije: “Entonces, somos socios”. Y se abrieron los bancos con restricciones, con montos topes para poder retirar. Había conflictos por todos lados”.
Las estaciones previas
“La elección del año ‘87 fue una elección que renovaba la mitad de la Cámara de Diputados, un tercio del Senado y todos los gobernadores. Esa elección del ‘87 fue una derrota para el Gobierno. Una derrota en la que perdimos siete provincias por 50.000 votos. Fue muy ajustado, pero lo cierto es que se perdió. Eso hizo que estuviera instalada, y con fundamentos, la idea de que estábamos frente a un gobierno de salida”, recuerda Rodríguez.
Para el dirigente radical esa elección, sin embargo, había traído una buena noticia: la unificación del liderazgo en el peronismo en torno a [Antonio] Cafiero, que además de ser el gobernador ganador en la provincia de Buenos Aires era el presidente del Consejo Nacional del Partido Justicialista.
“¿Por qué voy a esta estación previa del ‘87? Porque, así como la inauguración democrática fue por la derrota de la guerra de Malvinas y no hubo acuerdos con los sectores políticos, 1987 abrió la puerta de acuerdos que permitieron aprobar tres normas legales absolutamente imprescindibles e inimaginables en términos de capacidad de la democracia argentina de producirlas. Una, la ley de coparticipación federal. Esa ley es la única ley de coparticipación federal que existe en la Nación Argentina. Ni antes ni después hubo ley. Segunda ley fundamental, límites a la promoción industrial. En aquella época había unos regímenes de promoción industrial vergonzosos en términos del costo fiscal que tenían cuatro provincias promovidas: San Luis, Catamarca, La Rioja y San Juan. Costaba fortunas, no había controles y esas cuatro provincias eran gobernadas por peronistas y los dos senadores de esas provincias eran peronistas. Y hubo ley de límites a la promoción industrial. Tercera, la ley de defensa, que terminó con la trágica asociación de la Doctrina de la Seguridad Nacional, por la cual todo estaba bajo el paraguas de la seguridad. Y esta ley terminó con eso”.
Pero la bonanza política de aquel 1987 que permitió esos acuerdos duró muy poco: hasta la interna de Cafiero-Menem. “Cafiero es el presidente que la Argentina no se permitió tener en ese momento, dijo alguien que no recuerdo. Y yo coincido. En esa elección se terminó cualquier posibilidad de acuerdo que necesita un capitalismo para funcionar en un sistema democrático”.
Cambia el tablero: Menem gana la interna peronista
En diciembre de 1988 todas las encuestas indicaban que el radicalismo no iba a ganar las elecciones presidenciales del año siguiente. La fórmula oficialista Angeloz-Casella corría desde atrás.
“Entonces, se instala la idea firme de que iba a haber un cambio que con características desconocidas. En enero fue La Tablada: yo no subestimo eso en términos de las percepciones sociales y de las acciones preventivas de los actores económicos frente a una sensación de incertidumbre. Comienza a acentuarse la idea de que iba a haber un cambio con muchos signos de interrogación acerca de qué características iba a tener ese cambio”.
Durante la campaña, evoca el exministro, “se escucharon las cosas que se escucharon: ‘Vamos a recuperar las Malvinas con sangre’, ‘Hace falta un blanqueo atractivo y generoso’… Si alguien dice que hace falta un blanqueo atractivo y generoso y hay percepción de que va a haber un cambio de gobierno, lo más probable es que se dejen de pagar impuestos y se recaude menos, que es lo que pasó. O declaraciones del tipo “nacionalización de la banca”. Lo que eso provoca como consecuencia es evidente: el retiro de depósitos. En aquella época había un sistema por el cual los depósitos en dólares tenían un plazo mínimo de 90 días. Entonces, todos los depósitos que vencían en enero no eran renovados. Retiro de depósitos, reducción de la capacidad prestable de los bancos, aumento de la tasa de interés. Un dirigente opositor reclamó un dólar ‘recontra alto’. Si a esa conjunción de situaciones, en el marco de una democracia frágil, endeble, vulnerable, amenazada por trece paros generales, tres intentos de golpe y un ataque guerrillero, se le agrega la incertidumbre de que no se sabe qué va a pasar, eso produce una aceleración inflacionaria”, detalla Rodríguez.
Sourrouille a Jesús Rodríguez antes de asumir: “Solo tenés que decir que toda la culpa es mía”
Eduardo Angeloz, que encabezaba la fórmula radical, había pedido la renuncia de Sourrouille. “Aquella renuncia, en ese contexto, contribuyó a acrecentar la incertidumbre”, suelta Rodríguez.
Alfonsín había nombrado a Juan Carlos Pugliese como ministro de Economía. “Muchos creían que era una solución porque venía un hombre que había piloteado la situación en el gobierno de Illia, conocido por todos los radicales, eximio presidente de la Cámara de Diputados de la Nación, una maravilla, un viejo maestro. Pero no era una solución. Se produce la elección del 14 de mayo y los resultados adversos conocidos… Pugliese no estaba bien de salud. No estaba nada cómodo en el ministerio.”
Menem ganó la elección presidencial con Colegio Electoral y esa misma semana comenzaron las conversaciones para adelantar el traspaso del mando. “La distancia entre mayo y diciembre era una eternidad… Y si la incertidumbre era la causa de esa situación, seis meses de incertidumbre era insostenible. Se inicia de inmediato una conversación entre Eduardo Menem y César Jaroslavsky para ver cómo hacer para adelantar la asunción. Yo participo de varias reuniones. Algunas se hacían en el Congreso, otras en el hotel Alvear: su dueño era Falak y era amigo de Menem. Se había avanzado hasta que el peronismo dice ‘falta algo: el indulto’. ‘No hay tal cosa’, dijo el radicalismo. Y las conversaciones para el traspaso anticipado terminaron.” La economía estaba fuera de control.
Claroscuros de la gestión
Para el exministro de Economía, en términos políticos, institucionales y de reputación internacional, las cualidades del gobierno de Alfonsín eran “obvias, evidentes y reconocidas”, pero Rodríguez no elude un análisis sobre el lado B: la gestión económica. “¿Cuáles son las razones de fondo que explican esos déficits de la administración del presidente Alfonsín? Tenemos que hablar de las interacciones entre la política y la economía. La primera pregunta que uno tendría que hacer es qué características tuvo el primer turno democrático iniciado en el ‘83. Primero, se trataba de un gobierno que nació democrático, pero la Argentina era un islote democrático en un océano de dictaduras y autoritarismos. El gobierno de Alfonsín inició un dominó democrático. En el 85, Uruguay; en el 88, Brasil; en el 89, Paraguay; en el 90, Chile. ¿Cómo se originó acá? Fue una transición por ruptura porque se produjo por la Guerra de Malvinas.”
Rodríguez destaca que “la Argentina tuvo una extraordinaria ventaja: no hubo acuerdos con la dictadura que se iba, que sí sucedió en Brasil, sí en Uruguay, sí en Chile, sí en Paraguay”. Esa ruptura -advierte- posibilitó el juicio a los comandantes y al terrorismo de Estado, pero al mismo tiempo significó que no hubo acuerdo entre los partidos políticos, algo que sí sucedió en los otros países de la región.
“Ese inicio, esa particularidad de la democracia argentina nacida en 1983 es la manera de entender por qué la política fue débil frente a los problemas económicos”, explica el exministro de Economía. “Y a ese contexto hay que agregarle tres intentos de golpe, trece paros generales y un asalto guerrillero por una patrulla perdida troska a un cuartel militar en enero del ‘89″.
Jesús Rodríguez: “El final del presidente Alfonsín tuvo un matiz oscuro”
Para Rodríguez, la incertidumbre de la política conspira contra los resultados económicos. “Uno podría decir que el capitalismo es alérgico a la incertidumbre y esa incertidumbre política derivada de este contexto que describí, profundizó el déficit económico de la administración Alfonsín. El capitalismo requiere certezas, previsibilidad, mecanismos de reglas de juego convenidas y compartidas por los actores políticos de la democracia. La incertidumbre es dramática para el devenir del capitalismo”.
El último suspiro
Rodríguez recuerda haberle dicho al presidente Alfonsín que era imperioso generar todas las condiciones para anticipar la asunción del nuevo gobierno.
“Una administración sin capacidad de instrumentación de sus medidas es impotente. Y esa impotencia política no puede funcionar. Yo lo tenía absolutamente claro desde el primer día. Para los dirigentes radicales eso era un puñal en el corazón. Era poco menos que la demostración del fracaso. Y, finalmente, la historia demostró que fue un gesto patriótico extraordinario de Alfonsín: permitió que, por primera vez en el siglo XX, un presidente civil elegido le pasara la banda a otro presidente civil elegido. La primera vez en el siglo. Para avanzar en el traspaso, [Rodolfo] Terragno, que había sido sindicado por Alfonsín como el mediador con Eduardo Menem, viajó a La Rioja un par de veces. Y para decirlo en términos coloquiales, Menem lo boludeaba. Entonces Terragno lo llamó a Alfonsín y le dijo que se volvía, que aquello no funcionaba.”
Relata Rodríguez que fue entonces cuando Alfonsín tomó la decisión de hacer el discurso en el que dijo que resignaba la presidencia a partir de una determinada fecha. “Apuró la decisión porque no hay que olvidar que el peronismo decía sobre los radicales: ´se tienen que ir escupiendo sangre.”
A casa
La campaña de Alfonsín y el cierre en el Obelisco, en el que un Jesús Rodríguez fue uno de los oradores, fue uno de los momentos más emocionantes de su vida. Tenía 28 años.
“Ese momento de inauguración democrática fue extraordinario en todos los sentidos: la idea de que era posible construir una sociedad distinta y saldar las deudas pendientes. Y cuando eso se pone en cuestión, es una sensación, cuanto menos, agridulce. Era una combinación de frustración y desilusión”, dice, con la mirada puesta en las tazas de café vacías.
“Nunca pensé en la acción política pública como una serie de etapas donde hay hitos que se van sucediendo. Los que me quieren viven ese nombramiento como un sacrificio que debe ser reconocido. Los que no me quieren lo viven como una decisión que debe ser respetada. En algunos hay afecto y reconocimiento; en otros, respeto. Nunca sentí descalificación. Luego fui dos veces elegido diputado y una vez constituyente. En mi partido, por supuesto, me siento muy abrigado por el afecto de gente que valora mucho mi decisión”.
Con un gesto adusto que poco a poco fue ablandándose, Alfonsín le entregó los atributos del mando al presidente elegido en las urnas. Esa entrega se selló con un abrazo cálido y prolongado. Explotaron los aplausos cuando Menen lució la banda y el escribano Natalio Etchegaray les hizo firmar las actas. Alfonsín fue retirándose del primer plano hasta dejarle el centro de la escena a su sucesor.
Había llegado el final. “Alfonsín partió a Chascomús acompañado por mucha gente y una caravana de autos… Y yo me fui a mi casa.”
Jesús Rodríguez, ayer y hoy
Nació en Quilmes, Provincia de Buenos Aires en 1955. Licenciado en Economía por la Universidad de Buenos Aires, realizó una Maestría en Relaciones Internacionales y Negociaciones Económicas en FLACSO-Universidad de San Andrés- Universidad de Barcelona (2003-2004).
Con larga militancia y actividad en la Unión Cívica Radical, Jesús Rodríguez fue elegido diputado en cuatro mandatos, en representación de la ciudad de Buenos Aires. En 1994 fue miembro de la Convención Nacional Constituyente, encargada de la reforma de la Constitución. Desde 1984 integró el Consejo de Presidencia de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH).
Es consultor del Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI) y fue asesor y consultor de la OEA, la CEPAL y el BID, entre otros organismos. En la actualidad, es el presidente de la Auditoría General de la Nación.
9 respuestas a «La historia en primera persona. Jesús Rodríguez: un gobierno desahuciado y el sacrificio de un ministro con todo para perder.»
toda mi admiracion
Recuerdo toda tu descripción de la época y circunstancias con mucha emoción. Las alegrías y broncas de un ciudadano común, radical desde la cuna y mis discusiones acaloradas pero nunca en términos de grieta con amigos, parientes y compañeros de trabajo. Jesús, te considero un patriota sin necesidad de bronce.
Jesús es uno de los pocos políticos respetables que quedan en este caótico país. Emociona el relato de aquellas horas tan turbulentas.
Cuánta vivencia profunda e interesante!!!
Jesús, también en el siglo XX y anterior al traspaso de mando de Alfonsín a Menen, IRIGOYEN le pasa el mando a ALVEAR y éste luego a IRIGOYEN…
Resulto interesante el recuerdo de ese momento del país y además el relato en primera persona de lo vivido.
Todas las fotos me traen grandes recuerdos. La enorme mayoria de gente en Av 9 de Julio (alli estuve), todos los grandes como usted y ya pasaron 39 años! De no creer
Adelante, tenemos que ganar el proximo año. Esta gente me tiene mal, muy mal!
Saludos cordiales
Enorme nota que nos permite no solo entender el 89, sino también, la perspectiva histórica en términos internacionales del retorno a la democracia en Argentina, y sus debilidades estructurales.
Quiza también sirva para entender el contexto actual, de fin de régimen.
Fuimos los que soñamos con la democracia, fuimos los que creímos que el garante de la democracia para todos los argentinos era Alfonsín y así lo fue, para los más jóvenes debemos contarles que pocos en el 82-83 hablaban de economía solo queríamos salir sin que nos detengan por las dudas o porque teníamos el pelo largo o simplemente se le ocurría a alguien de las fuerzas de seguridad, Alfonsín nos dió lo más preciado Libertad y Jesús fue el primer Presidente de la JR Nacional y por su compromiso patriótico fue Ministro de Economia en un momento tan difícil. Fue y lo sigue siendo mi hermano humilde y político brillante a la distancia. Vivimos momentos inolvidables. No puedo decirte más que un fuerte abzo por siempre
[…] radical fue el último ministro de Economía de la gestión alfonsinista, también fue diputado nacional y auditor general de la Nación. En un mano a mano con Rosario3 […]