Hoy estuve, de modo virtual, en el Senado. Participé, junto al resto de los integrantes del Colegio de Auditores Generales de la Nación, de una reunión convocada por la Comisión Parlamentaria Mixta Revisora de Cuentas con el propósito de tratar los detalles de nuestro plan de auditoría en marcha y ponderar diversos pedidos de auditoría que se canalizan a través de esta comisión bicameral dedicada exclusivamente al vínculo con la AGN.
Uno de los pedidos que ingresó hoy a la bicameral va en línea del presentado por mi colega, el Dr. Alejandro Nieva, en el Colegio de Auditores Generales del miércoles pasado. Se trata de auditar el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE).
El IFE ha sido una pieza clave de contención y apoyo, dada la enorme pérdida de ingresos que han sufrido los hogares como resultado de la pandemia y el aislamiento social. De modo tal que su necesidad no está en duda.
La magnitud de este mecanismo de asistencia, sin embargo, genera una segunda necesidad: la del control. Con el próximo desembolso, el IFE alcanzará los 265 mil millones de pesos erogados, es decir, casi un 4% del gasto total primario de la Argentina. Desde el punto de vista de la cantidad de beneficiarios, también las cifras son impactantes, ya que casi 1 de cada 3 argentinos de entres 18 y 65 años recibe esta asistencia. Finalmente, para terminar de ponderar la centralidad del IFE, es importante conocer que representa el 27% de los gastos específicos de la pandemia erogados desde principio de año hasta fin de junio.
Llama la atención que, a pesar de su envergadura sin precedentes, tanto en términos monetarios como en cantidad de beneficiarios (sólo superado por jubilados y pensionados), el Estado no haya hecho del IFE un programa nacional, sino que ha optado por agruparlo junto con otras actividades bajo un programa general de la ANSES, lo cual dificulta su identificación y seguimiento. Por otra parte, surgen incógnitas sobre la adecuada asignación, en tanto hay provincias en las que el IFE alcanza a más de la mitad de la población, superando incluso la cantidad de hogares cuyos jefes/as están desempleados o son empleados informales.
En este documento sintetizo los aspectos que sustentan estos pedidos de auditar el IFE.
Frente a la actual emergencia sanitaria, una emergencia que es además -y de modo creciente- una crisis humanitaria con fuerte impacto socio económico, el control por parte de la AGN se hace más necesario que nunca. Porque el apuro es enemigo de la transparencia y porque debemos honrar nuestra misión de mejorar la eficiencia, eficacia y efectividad del Estado en beneficio de la sociedad.
Una respuesta a «El IFE es tan necesario como su control»
Jesús, en tiempos del viejo Tribunal de Cuentas de la Nación, poco se escapaba a su control y era “temido” por funcionarios y empleados de la administración pública, a partir de 1993 fue convenientemente disuelto, junto a la Sindicatura General de Empresas Públicas.
A partir de allí, los controladores de la SIGEN, pasaron de depender de los propios controlados, por lo que sus facultades de control y libertad para ejercerlas, perdieron, digamos, intensidad.
Sería bueno que la Auditoría, dependiente del nuestros representantes, controlara los desaguisados que los organismos de control del sector público no hacen.