El fin de semana pasado sesionó el 4to Congreso del Partido de los Trabajadores de Brasil donde se aprobó la Resolución Política que, además de analizar el escenario internacional, establece los desafíos de la hora para esa fuerza política que incluyen la reforma política y la reforma del Estado porque, justifica, sin ellas “Brasil enfrentará mas temprano o más tarde una profunda crisis causada por el conflicto entre las necesidades de la ciudadanía y la falta de adecuación del sistema político para satisfacerlas”.
El impacto de la crisis internacional , según el documento aprobado, requiere que “la cuestión de la tasa de interés y el tipo de cambio sea enfrentada con medidas más osadas”. Por eso se aprueba la reciente decisión de reducir las tasas y se señala que “ la apreciación cambiaria es una amenaza para la economía brasileña que exigirá en el corto plazo medidas de fuerte impacto . . . amenaza que se torna mayor por la política de los Estados Unidos que han inundado el mundo de dólares baratos”.
Si bien es cierto que la variable decisiva en el comercio entre los dos países es el nivel de actividad económica, más que el tipo de cambio real, una devaluación del real traería consigo mayores importaciones desde Brasil, principal origen de nuestras compras externas, con el consiguiente impacto en el nivel de ocupación y empleo en nuestro país.
2 respuestas a «El Congreso del PT y su Impacto en Argentina»
muy interesante
En el último Informe Semanal de Econométrica se trata el tema. Es muy interesante.Brasil replantea su política macroeconómica
Los efectos de la apreciación cambiara no son inmediatos sino que se ven con el tiempo, afectando la tasa de crecimiento, el empleo y peor aún, la estructura productiva. Más aún, en un principio incluso estimula el nivel de consumo otorgando un mayor nivel de bienestar, pero que no se correlaciona con el nivel de producción, sino más bien con el nivel endeudamiento externo. Argentina de los noventa es el ejemplo más latente y extremo que tenemos, pero que se hace extensivo a varios países en diversos momentos de la historia.
La convertibilidad convivió con una moneda apreciada que terminó ahogando la producción interna, no obstante el consumo continuaba creciendo apuntalado con deuda externa. El modelo entra en un círculo vicioso donde necesita de una creciente entrada de capitales, no sólo para incrementar el consumo, sino también para pagar los intereses de la deuda externa que auto-genera. Cuando los capitales dejan de entrar en forma creciente, la economía empieza a desacelerar su consumo y nivel de actividad.
Pero el desfasaje cambiario era de tal magnitud, que ni la desaceleración económica corrige el estructural déficit en cuenta corriente del Balance de pagos. Los dólares que libera la recesión vía menor importaciones (stop and go), se utilizan para pagar una mayor tasa de interés para continuar atrayendo capitales a una economía que no crece. Moraleja para Europa: los ajustes fiscales no
solucionan problemas cambiarios.
Si el estructural déficit en cuenta corriente se financia con deuda en moneda extranjera, al menor crecimiento prosigue el default. En efecto, si el país devalúa su moneda para salir del circulo vicioso de vivir de deuda externa, el esfuerzo para pagar la deuda externa crece en igual proporción a la devaluación, lo que en muchos casos conducirá al default. Argentina de los 90 o Grecia actualmente.
Si la deuda que financia el estructural déficit de balance de pagos se toma en – moneda local, se evita el “pecado original”. La devaluación de la moneda corrige el déficit en cuenta corriente, quitando a la economía de la dependencia externa, sin llegar a un default de la deuda externa. La oportunidad que no tuvo la Argentina ni Grecia, la tiene Brasil y Dilma parece dispuesta a aprovecharla.
Brasil atrajo abundantes capitales, mitad por su buen desempeño y mitad por el excelente negocio financiero al otorgar las tasas de interés más altas del mundo. Combinación que atrae capitales, aprecia la moneda a máximos históricos y estimula más el consumo que la inversión. Esta dinámica permitió a Brasil financiar el déficit en cuenta corriente de 2% PBI promedio los últimos 4 años, y al mismo tiempo duplicar las reservas del Banco Central.
En la primera mitad del 2011 entraron más capitales que en todo 2010 y no obstante la economía se desaceleró al 2,9%, luego de crecer al 7,5% en 2010. Esta desaceleración la lidera la industria manufacturera que no sólo hace un año que no crece, sino que no logró superar el pico de 2008 previo a la crisis internacional, pese a la vanagloriada entrada de capitales récord en igual periodo.
En suma, el actual contexto lleva a Brasil a replantear su política macroeconómica. La actual devaluación del real desde sus máximos históricos responde a la tardía preocupación oficial de los efectos de la apreciación cambiaria sobre la producción industrial y nivel de actividad. Dilma busca restablecer el equilibrio externo, bajando la tasa SELIC y devaluando la moneda, que deje de ahogar la industria manufacturera y ceder el mercado interno a producción extranjera.