En nuestro país, la designación de Jorge Bergoglio como Papa emocionó y despertó esperanzas en casi todos y también, en unos pocos, absurdos cuestionamientos.
La extraordinaria repercusión periodística, como no podía ser de otra manera, hizo que todos sepamos hoy de su historia de vida. Pero es muy poco lo que se sabe, precisamente por su condición religiosa, de sus puntos de vista de ciudadano sobre los asuntos públicos en la Argentina. Es por eso que me parece apropiado compartir las notas que en su momento tomé de las reflexiones del Padre Bergoglio en ocasión de la presentación de un trabajo en una sede académica de la Ciudad de Buenos Aires a mediados de Junio del 2010.
Es indispensable procurar consensos fundamentales que se conviertan en referencias constantes para la vida de la Nación y puedan subsistir más allá de los cambios de gobierno.
La unidad siempre es superior a los conflictos. La opción por los conflictos nos vuelve estériles, y cuando las partes superan el todo se opta por la fragmentación.
La noción de desarrollo humano presupone coordenadas precisas como la solidaridad.
La solidaridad es un valor prioritario, que se incorpora a la Constitución de 1994 con la nueva fórmula del progreso: proveer al desarrollo humano.
La República tiene su carta de navegación y el itinerario de la gestión política es la propia Constitución.
En la Constitución está conciliada la voluntad general, no hay que buscar otra cartografía política.
Valoramos como un dogma la pluralidad de miradas sobre la cuestión social y política.
La calidad de vida de las personas está fuertemente vinculada a la salud de las instituciones, cuyas deficiencias de funcionamiento producen altos costos sociales.
De aquí en más, desarrollo y solidaridad son una fórmula conceptual inseparable.
La fórmula que se propone es la unidad en la diversidad.
Es propio de la alta política el comenzar y mantener procesos en contraposición a dominar espacios.
Estas fueron mis notas textuales de esa mañana en la Universidad del Salvador, sin agregados ni comentarios.
Una última reflexión, parece razonable pensar que en un mundo carente de liderazgos aceptados – que además está atravesado por una crisis irresuelta, con democracias acosadas por el drama de la desigualdad social y sociedades amenazadas por el resurgimiento de conflictos religiosos- una voz que acredite autoridad moral está llamada a protagonizar el necesario cambio de época que este tiempo histórico exige.
2 respuestas a «El Ciudadano Bergoglio»
Estimado Jesus
Es una suerte que compartas estos conceptos tan valiosos y con mucho contenido político!!! Más allá de la sorpresa que nos embargó a todos con la elección del Papa Francisco, estimo y deseo que esta sea una importante oportunidad para reflexionar y empezar a trabajar en los cambios que de verdad necesita este mundo desde todos los niveles. gracias por enviar esto y saludos. Silvia
exelente comentario,