A propósito de algunas dificultades locales pero sobre todo a causa de las crisis políticas en México, Brasil, Italia y España, me preguntó un periodista si la política estaba haciendo agua para resolver los problemas de la sociedad.
La capacidad o incapacidad para brindar soluciones está en cómo se conduce la tensión entre dos procesos que han distinguido los asuntos globales en las últimas décadas: globalización y democratización; si bien hay más estados democráticos que nunca antes en la historia, su imperio para determinar conductas se ve acotado por el funcionamiento del capitalismo a escala global.
Cuando una sociedad afectada por la insatisfacción se cierra en sí misma, puede amanecer con respuestas populistas. En el caso de Europa, las expresiones suelen venir acompañadas de xenofobia y nacionalismo, lo cual exacerba el aislamiento.
El camino alternativo es el de construir instancias globales supra-estatales capaces de gobernar esa globalización.
Por eso creo en la utilidad, necesidad y eficacia de las herramientas globales institucionales, tales como el G20 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), temas sobre los cuales me he expresado en entradas anteriores (Usemos al G20, Datos matan espejitos, El triple desafío del desarrollo).
La semana pasada se realizó en la sede central de la AGN una seminario internacional muy interesante sobre igualdad de género con foco en el ODS 5: lograr la igualdad de géneros y empoderar a todas las mujeres y niñas.
Participaron varias entidades fiscalizadoras superiores de América latina para discutir cómo se está llevando adelante el trabajo con relación a este ODS, sobre el cual se está planificando una auditoría coordinada a nivel regional.
Los datos están en el centro de este gran esfuerzo internacional por lograr un desarrollo sostenible, tanto para el diagnóstico inicial como para evaluar los avances de acuerdo según ciertos indicadores. El gobierno argentino adaptó algunos indicadores existentes y también creó nuevos, como la cantidad de femicidios por año en el país.
El historiador Eric Hobsbawm dijo que el Siglo XX no sólo había sido el más violento de la historia de la humanidad, sino que al mismo tiempo era el siglo en el cual la mujer y su irrupción en la vida pública caracterizaba los asuntos de ese tiempo.
En el Siglo XXI tenemos la oportunidad de alcanzar la igualdad de género y empoderar a las niñas y mujeres -tal como fue planteado el ODS 5-, pudiendo así garantizar sus derechos a la vez que generamos impactos formidables en el desarrollo económico-social global.
Si se cerrara la brecha de género y las mujeres participaran equitativamente en la economía, por ejemplo, se sumarían 28 billones de dólares al PBI mundial en 2025, lo que equivale a la suma de las economías de Estados Unidos y China. Lo dice un reciente estudio del Mckinsey Global Institute (MGI).