Invitado por Poder Ciudadano en ocasión de la presentación del Observatorio de Vacunas COVID-19, participé de una conversación sobre transparencia en las adquisiciones públicas frente a la urgencia de brindar inmunidad a la población.Invitado por Poder Ciudadano en ocasión de la presentación del Observatorio de Vacunas COVID-19, participé de una conversación sobre transparencia en las adquisiciones públicas frente a la urgencia de brindar inmunidad a la población.
La pandemia, con la perspectiva del tiempo
Recientemente se cumplieron dos años desde aquella conferencia de prensa donde el Director de la OMS caracterizó al COVID-19 como una pandemia. 452 millones de casos después -con el beneficio de la perspectiva y munidos de datos comparados, avances científicos y ensayos diversos sobre cómo afrontar la pandemia- tenemos suficiente camino recorrido para empezar a evaluar las consecuencias.
Algunos datos ilustran la profundidad del impacto: en los 30 años que lleva el índice de desarrollo humano de ONU esta es la primera vez que se verifica una regresión del indicador a escala global. A su vez, se vive un retroceso en las libertades individuales en tiempos de paz y en tercer lugar -ahora específicamente con referencia a nuestra región- estamos en condiciones de afirmar que América Latina ha sido el epicentro geográfico de la pandemia; pese a tener menos del 10% de la población global, concentra más del 30% de los fallecidos por COVID-19.
En este contexto todos los gobiernos actuaron y se vieron obligados a tomar medidas en un entorno que sin dudas es complejo y difícil.
Malas decisiones
Cuando se analizan testeos, vacunas y número de personas fallecidas, la Argentina presenta de los peores indicadores a escala global. Pero además estamos frente a un verdadero drama, que abarca desde el derrumbe de la actividad económica y la ruptura de la cadena productiva, hasta el incremento de la pobreza y el empeoramiento de la calidad democrática.
Sin duda, hubo por parte del gobierno dos errores iniciales de cálculo: primero, subestimó la pandemia; luego sobreestimó la cuarentena. A estos diagnósticos equivocados se sumaron luego inconductas e incoherencias en la gestión de la pandemia que fueron agrandando la bola de nieve hasta que se llevó por delante la confianza y credibilidad social.
Para despejar dudas sobre la administración local de la pandemia, estudios prestigiosos como el de la Universidad de Oxford muestran un índice de confinamiento 40% superior a la media mundial. Contrariamente a lo esperado por parte del Gobierno, esas restricciones extremas no sólo fueron ineficaces (como vimos por la cantidad de fallecidos) sino que según CEPAL, la Argentina encabeza la lista de países de América Latina que más incrementó el nivel de pobreza en el año 2020, triplicando el promedio de 3,2 puntos porcentuales de los 17 países de la región analizados.
Se estimaba que este año el país tendría un nivel de actividad económica por debajo del año 2019 y eso era antes que Rusia invadiera Ucrania, lo cual tendrá también sus impactos negativos. Además, aún no estamos en condiciones de calcular la extensión y la profundidad del daño que tendrá para las perspectivas de los jóvenes el haberse obstinado en mantener a los estudiantes tanto tiempo excluidos del vínculo presencial educativo.
El gobierno subestimó la pandemia; luego sobreestimó la cuarentena; finalmente, sumó errores e incoherencias en la gestión. Creó así una bola de nieve que se llevó por delante la confianza y credibilidad social.
Estos indicadores cristalizan la necesidad de generar anticuerpos que permitan al país tener fortaleza para buscar urgentemente el desarrollo y el progreso, mientras en paralelo se atienden con igual tenacidad la opacidad del Estado y el deterioro institucional.
Deterioro democrático en Argentina: luces de alerta
La calidad institucional es condición para el progreso económico y social; sin embargo en nuestro país el ecosistema de control -que es tan central para brindar ese sello de calidad- se ve afectado por el desequilibrio y la concentración de poder en el Poder Ejecutivo.
El presidente Alberto Fernández el año pasado emitió más decretos de contenido legislativo que leyes fueron sancionadas por el Congreso, lo que daña fuertemente la calidad democrática. Bien se podría argumentar que la “emergencia” se dio en todo el planeta y que los gobiernos recurrieron a métodos similares, pero esta es una verdad parcial ya que las emergencias fueron declaradas antes de la pandemia.
En efecto, cuando analizamos los efectos de los métodos aplicados, entendemos que hay grandes diferencias. El Instituto V- Dem diseñó un indicador que resulta revelador porque analiza, justamente, el deterioro de los estándares democráticos originados en las decisiones que tomaron los gobiernos en pandemia. En este estudio de 144 países, sólo 13 países han salido ilesos, pero lo alarmante es que Argentina se ubica entre los países con conductas más reprochables, desde la perspectiva de la solvencia democrática, sólo precedido por Sri Lanka.
El Poder Ejecutivo está obligado por ley a remitir todos los contratos de compra de vacunas COVID-19 a la Auditoría General de la Nación para su análisis. El involucramiento de los órganos de control -con la suma de las voces de la sociedad civil- es un elemento vital para la calidad institucional.
Hago mención también al “Análisis Conjunto del Sistema de Naciones Unidas 2021: Los efectos de la pandemia por Covid – 19 en la Argentina” del sistema de Naciones Unidas para Argentina; en el apartado Avances en materia de gobernabilidad democrática, diálogo social y derechos humanos alerta que “desde el inicio de la pandemia y globalmente, los cuestionamientos respecto del uso indebido de datos personales, el aumento de noticias falsas, las acusaciones sobre vigilancia extensiva y las denuncias sobre violaciones de los derechos humanos en medio de la COVID-19 han socavado la confianza en los procesos democráticos y el principio de igualdad ante la ley. Adicionalmente, las compras públicas en contexto de emergencia fueron cuestionadas en distintas jurisdicciones por la falta de transparencia y sobreprecios, como así también situaciones de abuso de poder e inequidad irrumpieron en los procesos de administración de las vacunas contra la COVID-19”.
Vale destacar que en materia de compra de vacunas el Poder Ejecutivo está obligado por ley a remitir todos los contratos a la Auditoría General de la Nación para su análisis; en ese sentido en la AGN estamos realizando una auditoría de cumplimiento. Además en el Plan de Acción Anual está incluida también una auditoría sobre el plan estratégico de vacunación que indagar acerca de la distribución de las vacunas a cada provincia. Sobre estos temas me explayé en una entrada anterior, “La trampa de la falsa antinomia”.
El control e involucramiento de los órganos de control es un elemento vital para la calidad institucional, como lo son las acciones de estos organismos de control tendientes a involucrar a la sociedad civil, logrando mayor sinergia y compromiso ciudadano con la transparencia y la rendición de cuentas.
El populismo no nos lleva a ninguna parte
Nuestro país ingresó a la pandemia con ciertas comorbilidades que se fueron agravando con el tiempo y las malas decisiones, a lo cual debemos sumarle un contexto global cada vez más incierto e inquietante, lo cual hace aún más fragil el marco en el que se inserta nuestra critica realidad cotidiana.
Con su configuración original del siglo XX el Estado argentino no está pudiendo dar respuesta a las necesidades de un siglo XXI acelerado, complejo en las demandas ciudadanas y mediatizado por la tecnología.
Debemos actuar de modo urgente para dotar a nuestras instituciones de fortaleza y diseñar políticas públicas consensuadas; todo ello en pos de generar previsibilidad y de agilizar un Estado que -con su configuración original del siglo XX- no está pudiendo dar respuesta a las necesidades de un siglo XXI acelerado, complejo en las demandas ciudadanas y mediatizado por la tecnología.
No creo que los gobiernos populistas sean capaces de hacer estas transformaciones, aunque sea por el simple hecho que desconfían del aprendizaje dado por las mejores prácticas internacionales, descreen del saber experto y sienten aversión a los modos cooperativos. Como escribí en La Nación, es necesario abandonar la “necrofilia idelológica”, tan característica de los movimientos populistas latinoamericanos.
Sin embargo sí estoy convencido que la debilidad institucional, que lleva a la opacidad y a la falta de previsibilidad, cala cada vez más hondo en la sociedad y genera un hastío que no puede pasar desapercibido por los gobernantes; allí nace la oportunidad de encarar los cambios necesarios para fortalecer de forma consensuada las instituciones, en este sentido el control del accionar del Estado cumple un rol central; sencillamente porque el control es la principal vacuna contra la corrupción.
Una respuesta a «Control, la mejor vacuna contra la corrupción»
Sumamente interesantes los artículos sobre el control democrático efectuados por AGN. Lamentablemente dudo que sean apreciados por un gran número de ciudadanos porque son temas actuales, muy necesarios para conocer la realidad funcional del Estado, pero que no tienen la atracción deseable, en particular, de los jóvenes.
Me interesaría saber si hay coincidencia con mis apreciaciones y si se han explorado otras formas de difusión.