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Sociedad

Matrimonio gay: No es una guerra. Debe ser un debate

Esta semana está prevista la sesión que en el Senado tratará la ley conocida como de “matrimonio gay”.

Ese debate está rodeado de un ambiente enrarecido, poco propicio para la discusión serena y reflexiva, que incluyó opiniones públicas referidas a las “guerras” que se avecinan en nuestra sociedad.

Una excepción a la ausencia de intercambio entre distintos puntos de vista lo constituye, tal vez, la mesa redonda convocada hace pocos días por el diario La Nación.

Más allá de los complicados procedimientos legislativos, sería muy importante que pudiera avanzarse en consolidar principios de libertad e igualdad que están arraigados en la Constitución y que acompañan la construcción de nuestra identidad desde los orígenes.

Es sabido que ya en ocasión de legislarse sobre el matrimonio civil, hace más de un siglo, se debatió sobre dos cuestiones diferentes: el derecho de la República a legislar sobre derechos ciudadanos y, por otro lado, el contenido de la norma en consideración. Ambos asuntos han vuelto a presentarse ahora, tal como sucedió también cuando se aprobó el divorcio vincular en la Administración del Presidente Alfonsín.

Es menester reafirmar una vez más la soberanía de la Nación para garantizar los derechos ciudadanos sobre el principio de laicidad de la legislación y la vida pública, reservando a la intimidad de los ciudadanos las creencias particulares, según lo establece el artículo 19 de la Constitución.

Es necesario, tambíén,  evitar incurrir en la lógica oficialismo-oposición en la consideración del tema. De lo que se trata es de crear un nuevo marco de igualdad de derechos entre los sexos y así dar un nuevo paso en la ya secular consolidación de una sociedad más justa.

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General Opinión Sociedad

Mundial de Fútbol: El Ruido y las Nueces

El Mundial llega a su fin aunque para nosotros, los argentinos,  terminó hace varios días. Todos  escuchamos centenares de comentarios – de profesionales o de oyentes anónimos- en las radios y vimos muchas horas de programas donde los periodistas –preparados o improvisados-  estaban obligados a llenar , como sea, los espacios

En la prensa gráfica de todo lo que leí rescato tres textos. El primero de Juan Pablo Varsky – cuya pluma tiene el poco común mérito de la información, la precisión y la anticipación – clamaba porque el fin fuera mejor que el principio de la etapa Maradona en la Selección.

El otro es de Marcelo Moreno , que el día después de la eliminación  nos explicaba que el “problema es que Maradona somos nosotros”. No hace falta aclarar que nosotros somos  los argentinos.

Por último, en un previsible tono académico, el Profesor Juan Gabriel Tokatlián nos explica las razones de la derrota frente a Alemania.
Las tres notas son muy buenas y son las pocas nueces que acallan tanto ruido escuchado.

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General Sociedad

¿Fútbol? No, es arte

ADN, la Revista Cultural de La Nación que dirige ese gran periodista que es Jorge Fernández Díaz, trae hoy un artículo imperdible sobre fútbol y literatura. Su autora, Verónica Abdala, cita a Albert Camus quien dijo que todo lo que sabía “acerca de los hombres y las obligaciones de los hombres” se lo debía al conocimiento de ese deporte.

Más cerca, pero no menos riguroso en la descripción de la dimensión artística del fútbol , está nuestro Roberto Fontanarrosa en un delicioso cuento actuado maravillosamente por Luis Brandoni.

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General Política Sociedad

En Argentina doscientos años no es poco tiempo

En los inicios de la década de los noventa, cuando la prensa del mundo analizaba las consecuencias de la implosión de la Unión Soviética,  leí la misma cita  atribuída a dos personas distintas: a Francois Furet, el académico francés experto en la Revolución de 1789, y al líder chino Den Xiaoping, el arquitecto del inicio de las reformas económicas en su país.

El concepto, que cito de memoria, decía  que “ doscientos años son insuficientes para analizar el impacto de la Revolución Francesa  en el desarrollo histórico”. 

Es probable que esa noción sea válida desde la perspectiva de un historiador francés y un dirigente político chino, pero no parece apropiada para el análisis del significado de la Revolución de Mayo en la Argentina y justifica el despliegue que, entre otros, Clarín, La Nación y Página 12 le dedicaron.

De lo que pude leer, uno de los trabajos que más  me atrajo fue el artículo que Daniel Larriqueta publicó  el pasado miércoles 5    donde afirma que Buenos Aires  “nutrida por la liberalidad, el cosmopolitismo, la riqueza y el sentido innovador” produjo una revolución diferente y que “ de ella deriva el formidable vigor de la Argentina, que se puso al frente de la vanguardia continental, abrió el cauce a nuestros abuelos inmigrantes, ofreció una gran tarea de educación e inclusión y formó una conciencia profunda que cuajó en que aún mucho después, en 1983, fuera también la Argentina la que encabezara en la región la reconstrucción de la democracia”