Estuve conversando con el periodista Diego Genoud sobre Alfonsín, el radicalismo, el peronismo, el PRO, las coaliciones, el populismo y el progresismo. Aquí transcribo la entrevista.
–¿Cuál es la línea que lleva al radicalismo de Alfonsín a Macri?
–Alfonsín fue el abanderado de la inauguración democrática y el camino que la sociedad eligió para evitar el ejercicio populista en Argentina. Después de Alfonsín, tuvimos una experiencia populista de 10 años con Menem y una de 12 con Kirchner, el experimento político más extenso desde 1930. Con el mejor contexto internacional posible, mayorías parlamentarias y apoyo mediático, social y productivo, se fue con uno de cada tres argentinos bajo la línea de pobreza. El hilo conductor entre Alfonsín y la experiencia Cambiemos es la voluntad de construir una opción política que evite la continuación populista.
–Más allá de las diferencias entre Menem y Kirchner, ¿por qué encarna y funciona el populismo en Argentina?
–América Latina vive una tercera ola populista. En los ‘40, vino de la mano de variantes nacionalistas; en los ‘90, estuvo acompañada por una práctica neoliberal y hoy tiene una visión más estatista que neoliberal. Pero es la misma esencia, que es el desapego de la democracia representativa y la división de poderes. Fujimori y Maduro, más o menos lo mismo. ¿Por qué no hay populismo en Uruguay y en Chile? Porque hay un Estado que funciona, respeto a la ley de los ciudadanos, un sistema con partidos y una cultura del acuerdo y el compromiso entre los actores. En cambio, acá está la anomia boba de la que habló (Carlos) Nino.