Se impone un cambio de rumbo que sea capaz de poner distancia del manual de procedimientos de los gobiernos de raigambre populista de todas las latitudes ideológicas y geográficas.
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El fin de la Pandemia, aún sin saber cuando llegará y cuantas víctimas tendremos que lamentar, encontrará a los argentinos en peores condiciones económico- sociales y, también, institucionales que a su inicio, hace casi un año y medio.
En efecto, según estimaciones recientes de la CEPAL en base a la información provista por las oficinas de estadísticas nacionales, Argentina encabeza la lista de países de América Latina que han incrementado – a pesar de las ayudas oficiales- los niveles de pobreza en el año 2020, triplicando el promedio de 3,2 puntos porcentuales de los 17 países de la región analizados.
Del mismo modo, un reciente estudio de la OCDE, que incluye 46 naciones de todo el mundo, muestra que Argentina es el único país para el que se estima necesario que pasen más de cinco años para recuperar los niveles de actividad económica previos a la Pandemia.
En el mismo sentido, de acuerdo a un trabajo del FMI publicado a fines de julio, nuestro país se ubica en el último puesto en el crecimiento proyectado para los años 2021 y 2022, sobre una muestra de 30 naciones del mundo. Así, nuestro país tendrá a finales del 2022 un nivel de actividad inferior al del año 2019, con un peor desempeño que el promedio de América Latina.
Por su parte, el prestigioso Instituto independiente V- Dem – basado en Suecia con soporte de universidades y académicos de todos los continentes que mide con regularidad grados y tipos de democracia en todo el mundo- diseñó un indicador que releva el deterioro de los estándares democráticos originados en las decisiones que tomaron los gobiernos para mitigar los efectos de la pandemia.
En este estudio, que abarca a 144 países, solo 13 países han tenido actitudes intachables y Argentina se ubica entre los países con conductas más reprochables, desde la perspectiva de la solvencia democrática, solo precedido por Sri Lanka.
Este sombrío panorama está acompañado por los miedos y las incertidumbres que la pandemia acentuó en nuestras conductas, tanto individuales como sociales.
La posibilidad de superación de las múltiples consecuencias negativas de la Pandemia recae en dos variables claves: el contexto internacional y el sistema político doméstico.