El retroceso relativo de la Argentina, incluso respecto a nuestros vecinos de la región, está fuera de discusión. En efecto, en el Índice de Desarrollo Humano confeccionado por la ONU nuestro país se sitúa en el puesto 48 sobre 193 naciones, habiendo descendido 14 posiciones entre los años 2005 y 2022.
Esa notoria regresión es la consecuencia de una “policrisis” de naturaleza económica, política, de conductas sociales y de actitudes individuales que tiene evidentes consecuencias en el plano fiscal.
La actual Administración subestima la complejidad del problema y asume que la dimensión fiscal explica por sí sola la crisis multidimensional que agobia a los argentinos y, además, ha decidido afrontarla con desinhibido desapego a los principios del estado de derecho.