Si la política se rigiese por las reglas del Juego de la Oca, podría decirse que el proyecto de re reelección de Cristina Fernández de Kirchner retrocedió dos casilleros. Pero conociendo al kirchnerismo –y su desapego a cualquier regla – también podría decirse que son dos pasos atrás para tomar carrera hacia la próxima embestida por el objetivo máximo.
El aire del peronismo está enrarecido por esta calma aparente en la que los distintos signos y gestos se interpretan de muchas maneras. Daniel Scioli, sin encaramarse del todo y repitiendo que sólo será candidato si Ella no puede, se reúne con el gobernador – ex menemista furioso – Luis Beder Herrera, camina junto a los intendentes amigos y tiene acorralado al antes combativo Gabriel Mariotto, quien como dogo fiel ha sido maniatado por su amo para que deje de chucear al gobernador de Buenos Aires..
Scioli confía que en el escenario supuesto de la no re reelección, el traje de sucesor del kirchnerismo le calzará de manera inevitable para todos los jugadores del PJ y de los que ocupan hoy la Casa Rosada. El veterano peronista Julio De Vido no estaría en desacuerdo con esta posibilidad. El problema surge con los kirchneristas no peronistas, aquellos que le insuflan aire a Unidos y Organizados y que quedarían fuera del calor del sol de un eventual gobierno del motonauta. ¿Dejará la presidente que esto ocurra? ¿Dejará “el modelo” en manos de alguien que no lo encarna?
Por su parte, Sergio Massa, el dirigente bonaerense que mejor mide, sigue armando ligas de intendentes que amenazan dar batalla al gobierno y se constituye en un enigma, tanto para Scioli como para el kirchnerismo, salvo que tenga algún acuerdo secreto con algunos de los dos.
En la interna peronista también talla el siempre candidato José Manuel de la Sota, denostado por el gabinete nacional en pleno por haberle hecho a la ministro Deborah Giorgi lo que el kirchnerismo hace en la mayoría de todos los actos provinciales: retar, ningunear y copar los escenarios con militantes de La Cámpora. Sus eternas ambiciones lo llevan a diferenciarse en momentos en que el oficialismo enfrenta dificultades serias, aunque no terminales.
Parte de esas dificultades generaron las manifestaciones masivas del 23 de septiembre y del 8 de noviembre en donde podría decirse – grosso modo – que expresó el malestar de las clases medias, en tanto que el primer paro nacional efectuado el 20 de noviembre, sumaría el descontento de sectores trabajadores. Estos “logros políticos” del cristinismo aumentan el grado de aislamiento del gobierno y, obedeciendo a su naturaleza, endurecen su discurso. Cabe recordar que el aislamiento es una consecuencia inevitable del modo centralizado y personal de llevar las cosas públicas de este gobierno. El aislamiento es resultado lógico del unicato de Cristina Fernández de Kirchner.
En las masivas movilizaciones, el gobierno pretende ver el odio y el ánimo destituyente de una derecha siniestra, acompañada por una clase media boba. En verdad, está intentando que alguien de la derecha se constituya en el líder de una oposición que es muy variada. Sin embargo, esa polarización tan necesaria para la lógica política binaria del kirchnerismo, no cuaja.
Las encuestas indican que ningún referente político capitaliza el descontento, que Hugo Moyano sigue teniendo irremontables índices de rechazo – más del 70 por ciento de imagen negativa – y que además, sus intentos de aliarse con Scioli y Mauricio Macri han sido fallidos. Macri sigue enredado en su laberinto, aunque con el acuerdo alcanzado en la legislatura porteña con el kirchnerismo, se ha hecho cargo del subterráneo, a casi un año de iniciado el traspaso gatillado por la tragedia de Once, la que nueve meses después tiene al ministro De Vido hablando de re reelección y exculpado del caso.
Si la relación con Moyano está rota y es claramente tibia la situación con la CGT oficialista de Antonio Caló y la CTA oficialista de Hugo Yasky, los vínculos con los trabajadores están dañados. Si la presidente aparece fotografiada con Gerardo Martínez, Armando Cavallieri y otros “gordos” en la UIA, la ideología revolucionaria del “modelo” se contradice. Si el encono presidencial con las clases medias, lleva a la jefa de Estado a decir “no me imagino a Kosteki y Santillán viajando a Miami con sus familias”, las clases medias se siguen alejando. Si Unidos y Organizados es la etapa superior del kirchnerismo liderados por “El Cuervo” Larroque, Luis D´Elía, Emilio Pérsico y Milagros Sala, la columna de poder del kirchenrismo es cada vez más delgada.
Entonces, el aroma a fin de ciclo inunda la escena política, más allá de que no asome en el horizonte una figura o un partido que encarne el recambio. Por otra parte, esa emergencia demasiado lejana del 2015 podría alimentar el ánimo pendenciero de un oficialismo acorralado.
Hacerse cargo
Se ha dicho aquí que este será el primer gobierno peronista que deba hacerse cargo de los resultados de sus acciones u omisiones políticas. La inflación, ocultada y “toqueteada” – como sostuvo el presidente José Mujica – obligó a una serie de controles de cambio cada vez más alambicados y engorrosos, a la vez que gatilló el problema del Mínimo no Imponible, las asignaciones familiares y la necesidad de reajustar jubilaciones y la AUH. La irresuelta situación de deuda del país, que incluye ausencia de negociación con el Club de París, alejó la posibilidad de invertir en energía, infraestructura y otros, en momentos en que los dólares sobran en el mundo. La maraña de subsidios que llevaron, entre otros, al agotamiento de la red de transporte público y cebaron la corrupción. La patente de corso que el kirchnerismo le había extendido a su aliado Hugo Moyano para cortar rutas y bloquear empresas, se han convertido en un “apriete” al gobierno. Y los herederos de Kosteki y Santillán que marcharon el 20 N a cortar los accesos a las ciudades del país, revelan que la pobreza sigue siendo un problema grave.
Ante todo esto, la única alternativa es reconocer que hay que efectuar un cambio en aquellas cosas que andan mal y que conducen al colapso, sin que eso implique “volver al neoliberalismo” como sostiene el oficialismo. Por ahora, el gobierno sigue planteando un desafío más propio de una administración legalista que de una arenga revolucionaria, como la que pretende protagonizar: el poder se dirime en las urnas y no en las movilizaciones. Respuesta que está afincada en un 54 por ciento que ya quedó lejos en el tiempo. Es ilusorio pensar que tanto descontento no se traduzca en votos en el 2013 y en el 2015.
Las Cortes
Tanto en la disputa por la ley de medios, como en el litigio por el embargo de la Fragata Libertad y con los holdouts, el gobierno recurrirá a las instancias superiores de la justicia nacional e internacional. En el primer caso, el juez de distrito Thomas Griesa ordenó que en lugar de que pagar directamente a los demandantes, la Argentina debe depositar el dinero en una cuenta de garantía para el 15 de diciembre, rechazando así la solicitud de nuestro país de mantener su orden previa para frenar pagos a inversores que no participaron en los canjes de bonos de deuda soberana impaga.
Griesa, fue más allá en su fallo y señaló que ante declaraciones de funcionarios argentinos de alto rango diciendo que el país no pagaría a los llamados fondos buitre, considera: “que estas amenazas de desafío no pueden pasarse por alto, y que se requiere una acción". En Buenos Aires, se piensa en recurrir a la Suprema Corte de ese país para resolver la cuestión, aunque los tiempos apremian.
En el caso del llamado 7D, el gobierno sigue con la estrategia de resolver en la Corte este dilatado conflicto. El Grupo Clarín, también acudió a la Corte para alegar "indefensión y privación de justicia". En un escrito, solicitó al máximo tribunal que disponga la extensión de la medida cautelar que tiene vigencia hasta el 7 de diciembre ante la falta de un tribunal que se expida a tiempo, antes de esa fecha, aduciendo las renuncias y remociones de jueces que debían abocarse al fallo. La presentación se basa en el fallo de la Corte del 22 de mayo de este año que dispuso la fecha del 7 de diciembre como tope de la cautelar, señalando: "lo aquí decidido en cuanto al plazo de vigencia de la medida cautelar podrá ser revisado, en caso de que se verificasen conductas procesales orientadas a obstaculizar el normal avance del pleito".
En esa marcha hacia la fecha que el gobierno considera crucial y en la que ha gastado ingentes recursos públicos para propagandizar su postura, según algunas encuestas, el 61 por ciento de la población cree que la libertad de expresión no está en juego y el 32 por ciento considera que ese día no ocurrirá nada. Es claro que el kirchnerismo tiene demasiadas energías puestas en asuntos personales, los problemas serios de todos, siguen ahí.
Publicado en Escenarios Alternativos