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CON EL BOLETO PICADO

Las internas del oficialismo arrecian ante la previsible derrota de octubre. Las señales de la Casa Rosada y la incertidumbre de saber qué hará un “pingüino rengo”. Corrientes inicia una serie de triunfos del polo democrático republicano. El presupuesto, más de lo mismo. La perla del G-20.

Cuando el kirchnerismo perdió las elecciones legislativas de 2009, produjo una serie de acciones políticas tendientes a mejorar las expectativas de su base electoral: asignación universal por hijo para el pueblo y ley de medios para la militancia, junto con otras medidas menores que respondían a la recomposición electoral. Esa estrategia, en un contexto económico menos deteriorado que el actual – junto con el episodio de la muerte de Néstor Kirchner – alcanzó para remontar y ganar en el 2011. La misma estrategia, aunque en un contexto político y económico diferente despliega el cristinismo desde la noche de agosto en la que Cristina Fernández tuvo que hacer de tripas corazón para dar alguna señal ante la derrota.
Desde esa noche se han sucedido una serie de medidas que buscan con desesperación revertir lo inevitable. Inevitable porque la breve experiencia de las PASO indica que en la elección que la sucede, el primero aumenta su caudal electoral y la polarización es la regla. De este modo, Sergio Massa; Martín Insaurralde y Margarita Stolbizer crecerán a expensas del empresario Francisco De Narváez y otros partidos menores, tal como lo muestran las encuestas.
Las medidas están a la vista y han salido como ristra: modificación del mínimo para los asalariados que pagan ganancias; consecuente reacomodamiento de la escala de monotributistas – aparentemente olvidada cuando en principio se subió el piso de ganancias -; giro en el discurso sobre la inseguridad; fondos para obras sociales sindicales; diálogo con “titulares” y sindicatos y reaparición de la presidente en los medios, a través de un cuidado producto de la TV pública. Todo esto sazonado con el redoble de la publicidad oficial sobre actos de gobierno y logros de la “década ganada”.
También hay un “sinceramiento” de temas como el reconocimiento que hizo el titular de YPF Miguel Galuccio de la grave crisis energética; el ministro de educación Alberto Sileoni sobre la crisis educativa – que según él data de 1810 – y las acciones del ministro de economía Hernán Lorenzino para presentar el nuevo índice de precios al FMI, resolver el problema de los holdouts y la situación de los juicios que tiene la Argentina ante el CIADI. Todos estos acontecimientos van en contra de lo que el “relato” venía sosteniendo hasta aquí y que nos lleva a preguntar: ¿Con estos puntos estructurales en entredicho, en qué consiste la “década ganada”?
Antes de octubre, el gobierno avanzará con este plan. Pero a diferencia de 2009 donde tenía dos años de tiempo, hoy solo cuenta con dos meses para lograr algún efecto, y su débil coalición de poder, afincada en La Cámpora, los frepasistas y peronistas leales – pero no estúpidos – cruje ante los embates de los gobernadores peronistas encabezados por el sanjuanino José Luis Gioja; los intranquilos intendentes peronistas del conurbano bonaerense y del fiel Daniel Scioli, quien tiene su mente puesta en el 28 de octubre, momento en que se lanzará de lleno como candidato para el 2015, pese a que el FpV le querrá colgar la responsabilidad de la derrota de Insaurralde.
En las provincias de menor peso electoral, como San Juan, La Rioja, Jujuy y Catamarca, los gobernadores golpeados por los resultados de las PASO están seguros de que la figura presidencial resta votos. Prefieren distancia y la mínima participación de la primera mandataria, que como se dice en el barrio preside una coalición de poder que tiene el “boleto picado” con estación terminal en el año 2015.
Corrientes y universidad
El radical Ricardo Colombi (50,9 por ciento) venció al candidato del FpV Carlos Espinola (45,8 por ciento) y logró la reelección encabezando la coalición Encuentro por Corrientes (ECO) formada por radicales, ex autonomistas y liberales y otra docena de aliados menores. La elección en esa provincia había movilizado todos los recursos desde la Casa Rosada para apoyar al ex campeón olímpico que no pudo darle una buena noticia al cristinismo de cara al 27 de octubre y deberá conformarse con las victorias de Bariloche, Antártida y la comunidad Quom. El vencedor fue acompañado por Mario Barletta y el senador Ernesto Sanz quien participó de la campaña y está presente en los actos y actividades del polo democrático republicano que vertebra el radicalismo en todo el país.
Si bien el kirchnerismo sumó más votos que en las PASO, también creció la UCR y sus aliados. La explicación más escuchada en esa provincia es que el rechazo a la figura presidencial, por la desatención que sufre Corrientes en comparación con provincias vecinas, terminó sumándole a ECO puntos decisivos.
La misma suerte que “Camau” Espínola tuvo La Cámpora en la UBA, pese a todo el despliegue de recursos – sobre todo en Derecho, donde quedaron quintos – que no le alcanzó para ganar ningún centro de estudiantes. La izquierda retuvo algunos centros en tanto que perdió el de Medina a manos e una lista hegemonizada por la UCR. En octubre cuando se defina la conducción del centro de estudiantes de Ingeniería, se conocerá sobre quien recaerá la conducción de la FUBA, en donde es posible que la izquierda pierda la presidencia que ocupa desde el año 2012.
La Ley de Leyes
Mientras el peronismo gobernante ensaya gestos amistosos hacia el mercado y declama que pagará la deuda puntualmente – como ha hecho hasta ahora – pregonando su política de “desendeudamiento y fuerte atesoramiento de reservas” que nos colocan en una “posición mejor que la de Australia y Canadá”, la suma de deuda con el Club de París + Repsol + holdouts + CIADI + gasto energético, conducen a la evaporación de los dólares del BCRA.
A pesar de esos discursos y de esa realidad, el Poder Ejecutivo sigue impulsando leyes que le dan un amplio grado de discrecionalidad, como la prórroga por dos años de la ley de Emergencia Económica y la afectación específica al Tesoro, en desmedro de las provincias, de impuestos, como el impuesto al cheque, que vence a fin de año.
Así, las proyecciones macroeconómicas del presupuesto 2014, contienen las mismas argucias de los anteriores: sobreestiman el crecimiento real de la economía y subestiman la inflación y el tipo de cambio. Sin embrago, este año llaman la atención las previsiones de las cuentas externas que incluyen un insólito crecimiento de las exportaciones y una menor elasticidad-ingreso de las importaciones.
El aspecto más discutible del presupuesto vuelve a ser la subestimación del gasto primario que sólo crecería 15,6 por ciento el año próximo. No se contempla ningún ajuste adicional en los salarios, ni en las asignaciones familiares y se proyecta una sensible desaceleración en rubros clave para la actual administración, como es la obra pública. Con este inverosímil supuesto se pretende presentar una sensible mejora en el resultado fiscal nacional.
También incluye una muy significativa autorización para aumentar el endeudamiento, adicional al necesario, para atender los requerimientos financieros del Tesoro, principalmente destinado a obras ferroviarias y energéticas.
¿Éxito diplomático?
La reunión del G-20 mostró a la presidente hablando animosamente con el presidente Vladimir Putin – ignoramos en qué idioma – mientras lanzaba dardos contra Barak Obama, en medio de la tensión entre ambos países que parecen estar reeditando la Guerra Fría por el caso de Siria.
Para la prensa local se promocionó como el logro de la misión el cambio de denominación a los “paraísos” fiscales por el de “guaridas” fiscales, una forma semántica de combatir a los “carroñeros” del capitalismo. En realidad nombrarlos “paraísos” es un error de traducción: tax haven significa refugio fiscal, en donde haven es refugio y no heaven que sí es paraíso. Tal vez el hecho de que esos pequeños países que se ofrecen como refugios sean lugares caribeños inciten a la asociación con el edén, pero lo cierto es que ya en el año 2009, quien dirige Escenarios Alternativos había llamado la atención sobre este malentendido.
Sin reunión con Obama para discutir el futuro de la deuda de los que quedaron fuera de los canjes y con pocas reuniones relevantes, el gobierno trajo para la tribuna una medida similar a la de inaugurar varias veces el mismo hospital, aunque esta vez con una alta cuota de superficialidad.

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La Sombra de Pinochet sobre la Política Argentina

El golpe del 11 de setiembre de 1973 entronizó en Chile y por diecisiete años al general Augusto Pinochet. Durante ese tiempo, en la Argentina se sucedieron nueve presidentes: Raúl Lastiri; Juan Perón e Isabel Martínez, hasta el golpe de Estado del 24 de marzo de 1976; luego los generales del Proceso y, más tarde, Raúl Alfonsín y Carlos Menem.

El gobierno justicialista de entonces, dentro de los cambios políticos sucedidos en los países de la región y en el contexto de violencia política que sacudió la Argentina, adoptó una actitud cooperativa y cómplice con los regímenes autoritarios vecinos de Uruguay y Chile.

En el caso de Chile esta complicidad se montó sobre la ambigua posición política de nuestro país frente al golpe, aún en vida de Perón. Por un lado se decretaron tres días de duelo por el asesinato de Allende y a menos de una semana del golpe, y antes que lo hiciera el principal promotor del mismo —el gobierno norteamericano—, se reconoció al régimen de Pinochet.

El trato a los exiliados también fijó la posición de ese gobierno. De acuerdo con las denuncias de legisladores de la UCR, de las cuatrocientas personas refugiadas en la embajada argentina en Santiago, cerca de trescientas, poseedoras del salvoconducto otorgado por la Junta Militar de Chile, no podían salir del país por la falta de autorización del gobierno argentino.

Un calvario similar vivieron unos cien exiliados chilenos alojados en el Hotel Internacional de Ezeiza, quienes pese a contar con un fallo favorable de la justicia argentina, fueron impelidos por las autoridades políticas a abandonar el país en un plazo de 24 horas.

Las relaciones políticas entre el gobierno justicialista y la dictadura chilena incluyeron el encuentro, en mayo de 1974, entre Perón y Pinochet en la Base Aérea de Morón; la condecoración al dictador con la Gran Cruz de la Orden de Mayo al Mérito Militar, otorgada por una delegación argentina encabezada por el ministro de Defensa, Adolfo M. Savino; y la visita del propio Pinochet, en abril de 1975, en la que públicamente propició la cooperación bilateral entre las FF.AA. para la represión de la guerrilla.

Esas coincidencias políticas incluyeron la ayuda de la aislada dictadura chilena. En la ONU, Argentina emitió uno de los pocos votos que rechazaron proyectos de condena a la violación de los derechos humanos en Chile que, sin embargo, obtuvieron la mayoría requerida en las Asambleas Generales de 1974 y 1975.

Ya en tiempos de la dictadura argentina, la diplomacia militar se distinguió, según Roberto Russell, por su “intervencionismo occidentalista”. En esa categoría se inscribe la intervención en el golpe militar en Bolivia, el asesoramiento militar en contrainsurgencia a los gobiernos de Honduras, El Salvador y Guatemala, y el entrenamiento a fuerzas irregulares nicaragüenses en lucha contra el gobierno del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN). Todo esto se realizó bajo el conocimiento y aliento de la administración republicana de Ronald Reagan y continuó hasta fines de 1983.

La acción represiva ilegal del Proceso tuvo, también, escala regional, a través de la conocida Operación Cóndor, que dispuso la persecución, asesinato y captura de personas percibidas como “subversivas” por las FF.AA.. Pero esta iniciativa tuvo su partida de nacimiento entre el 25 de noviembre y el 1º de diciembre de 1975 cuando la DINA invitó a todos los países del Cono Sur a la Primera Reunión de Trabajo de Inteligencia Nacional con el propósito de coordinar acciones en la represión ilegal.

En esta reunión nació el Sistema Cóndor que formalizaba acciones de terrorismo de Estado a escala internacional que, en el caso de Argentina y Chile, tuvo como antecedente la llamada Operación Colombo, cuyo fin fue el asesinato y el ocultamiento de la muerte de cien opositores chilenos, en el invierno de 1975. Así, se sustituyeron las identidades de más de cien cadáveres con cuerpos de desaparecidos argentinos a quienes se les atribuía la identidad de opositores chilenos, supuestamente asesinados por sus propios compañeros en suelo argentino. Esta maniobra se publicitó a través de la ignota revista argentina Lea —financiada por José López Rega—, que fue utilizada como fuente por importantes diarios chilenos.

El largo brazo de la represión chilena llegó incluso hasta Washington, cuando el 26 de setiembre de 1976 fueron asesinados el ex embajador de Chile en ese país, Orlando Letelier, y su asistente, en lo que se considera el único acto terrorista extranjero en suelo norteamericano previo a los atentados del 11-S (2001).

La transición chilena no fue el resultado del derrocamiento del régimen, ni consecuencia de una negociación impuesta por la oposición, sino que se concretó en el contexto del dispositivo institucional que el propio régimen había fijado.

Fue el final de un camino recorrido por la oposición —denominado “aprendizaje” por el sociólogo chileno Manuel Garretón—, caracterizado por la protesta pasiva, las movilizaciones populares y la construcción de una alternativa que, mientras repudiaba la violencia como método de acción política, le daba a la oposición al régimen un sentido que evitaba el salto al vacío.

Este “aprendizaje” incluyó la lectura de la experiencia argentina y concluyó con la derrota en el plebiscito de 1988 del dictador Pinochet y el triunfo de Aylwin, un año más tarde.

Carlos Menem, que en 1993 condecoraría nuevamente a Pinochet en su carácter de Jefe del Ejército chileno, envió sendos mensajes de apoyo, tanto a Pinochet como a la oposición, en ese plebiscito clave de 1988. Al asumir Aylwin en un acto masivo en el Estadio Nacional de Chile —centro de detención emblemático de Pinochet— el entonces ex presidente Raúl Alfonsín fue ovacionado, en claro reconocimiento al apoyo que durante todo su mandato brindó a las fuerzas democráticas de ese país. Menem no asistió.

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A 40 Años del Golpe de Pinochet

20130830-122330.jpg El 11 de Septiembre de 1973, como ha dicho Gabriel García Márquez, el drama ocurrió en Chile pero ha de pasar a la historia como algo que nos sucedió sin remedio a todos los hombres de ese tiempo, y que se quedó en nuestras vidas para siempre.

Ese golpe de Estado que derroco a Salvador Allende significó un quiebre en la respetuosa relación con la Constitución, las instituciones y las leyes que distinguía a Chile como una de las democracias más vigorosas del continente.

En efecto, hasta el golpe de 1973, Chile había experimentado un dilatado período republicano no exento de particularidades, como un gobierno de Frente Popular en 1939, único caso en un país de América Latina, en el cual Salvador Allende era Ministro del Presidente radical Aguirre Cerda

El golpe de 1973 fue el producto de un proceso político que había adquirido virulencia incluso antes de la llegada de Salvador Allende al gobierno y fue el colorario de la extrema polarización política originada en la formulación de proyectos globales excluyentes: la construcción del socialismo y el socialismo comunitario en la Unidad Popular y en la Democracia Cristiana respectivamente y, por otro lado, la intransigente posición de la derecha con su defensa doctrinaria a ultranza de la propiedad e iniciativas privadas.

Sin embargo, el proceso que culmina con la instalación del régimen pinochetista no puede ser explicado atendiendo únicamente a las condiciones políticas, económicas y sociales internas, sino que debe tener en cuenta el peso de la dimensión internacional en dicha dinámica.

En el marco de la Guerra Fría, Chile se convirtió en el terreno en el cual las superpotencias desplegaron sus estrategias antes, durante y después del golpe de 1973. Así como los Estados Unidos utilizaron todos los recursos – regulares e ilegales- para instalar una dictadura, para la Unión Soviética el caso chileno era una oportunidad para ejercer su influencia en el tablero político de los países latinoamericanos.

Para los Estados Unidos lo relevante en el caso chileno era evitar que gobiernos de izquierda pudieran gestar una experiencia exitosa de transición pacífica al socialismo con potenciales efectos demostrativos para el resto del hemisferio. Más aún, un gobierno de izquierda en Chile tendría, en la percepción de los Estados Unidos, repercusiones en Europa – especialmente en Francia e Italia- países que juntó con Chile contaban con los más poderosos e influyentes Partidos Comunistas de Occidente, lo que juzgaba no solo negativo sino con implicancias en el balance internacional de poder.

Para la Unión Soviética, el otro polo de la disputa Este-Oeste en la Guerra Fría, América latina importaba no sólo por su peso en la ONU sino porque Chile –a pesar de ser el país más distante de sus fronteras geográficas– constituía una excepción, en el contexto de sus diferencias con la estrategia de la revolución cubana de la creación de “cien Vietnam” en la región, por la tipología europea de su sistema político, con un poderoso Partido Comunista que, además, dirigía la central de trabajadores

El dictador Pinochet se mantuvo en el poder casi diecisiete años y desde el primer día de su instauración, el Estado autoritario se caracterizo por institucionalizar la represión y la persecución de disidentes, tanto en territorio chileno como en otros países. En efecto, el aparato represivo establecido fue capaz, incluso, de actuar en el exterior a través del accionar conjunto con fuerzas de otros países, entre ellos Argentina, en la denominada Operación Cóndor, verdadera articulación regional de la represión ilegal.

La de Chile fue la última de las transiciones en el Cono Sur y fue, como titula su libro el ex embajador chileno en Buenos Aires, Luis Maira, de naturaleza interminable. Esa transición no sobrevino como consecuencia de un alzamiento militar, como sucedió en Portugal en 1974. Tampoco fue la consecuencia de la muerte del dictador, como ocurrió con la España de Franco en 1975, tan admirado por Pinochet por ser ambos “los únicos que hemos derrotado al comunismo”.

La transición chilena, iniciada con el triunfo de la Concertación en el plebiscito de 1998, tuvo lugar bajo las reglas sentadas por el propio régimen autoritario y fue sustancialmente distinta a la argentina, originada en la derrota en la Guerra de Malvinas en 1982, que no registró acuerdos entre la dictadura que se retiraba y los actores políticos democráticos.

Una vez recuperada la democracia, la experiencia chilena revela que la existencia de un Estado capaz de proveer certidumbre en las políticas públicas; el apego a la ley de los ciudadanos; la vigencia de un sistema político edificado sobre la base de amplias coaliciones políticas y una cultura de compromisos y acuerdos entre los actores políticos son condiciones necesarias, aunque no suficientes, para afrontar los desafíos de la globalización y la inclusión social.

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El Papel de los Congresos en las Políticas Públicas

Este artículo fue publicado en Academia y Poder Legislativo. Diálogo y debate sobre la agenda pública editado por Editorial Teseo, Buenos Aires – Argentina, 2013  como resultado del Proyecto de Fortalecimiento de la Capacidad y Calidad Institucional de los Congresos Latinoamericanos para el desarrollo, en el marco del Proyecto de Fortalecimiento Legislativo de FLACSO Argentina, del cual soy coordinador ejecutivo.

 

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Lecturas Recomendadas en Escenarios Alternativos

Nuestra coyuntura política de este envío Y AGOSTO LLEGÓ, analiza las consecuencias de las PASO y los varios traspiés del kirchnerismo que le sucedieron. La difícil posición de Scioli. La importancia de las expectativas en política.

Martín Lousteau, en ENDEUDARSE CON EL PORVENIR desnuda uno de los caballitos de batalla discursivos del kirchnerismo, el supuesto éxito a la hora de desendeudarnos. Si una cuidadosa contabilidad ya ponía en duda la cuestión, las novedades judiciales desde los EEUU que han llevado al gobierno a proponer una reapertura del canje terminan de dar por tierra con la publicitada premisa.

LA DOBLE TESIS KIRCHNERISTA SOBRE EL PODER, de Sergio Palacios afirma que desde el 2008 asistimos a la construcción de una concepción del Poder con una retórica y acción política. Una idea del Poder donde la voluntad popular no reconoce límites. No existe orden jurídico (Constitución Nacional) o Institución de la República que pueda desafiar al Poder Ejecutivo cuando interpreta libremente la “voluntad del pueblo”.

Fabio Quetglas se hace preguntas pertinentes a la luz de las PASO, en:

¿PUEDE EL "INTENDENTISMO" PROYECTARSE A LA GRAN POLÍTICA?

¿Es el intendente del conurbano un "puntero exitoso y en ascenso" como parecieran querer estigmatizarlo?, ¿o acaso anida en él la semilla del estadista del futuro cuya mirada larga no lo distrae de los problemas de cada día?

LOS ADMINISTRADORES GUBERNAMENTALES: EL SUEÑO DE UNA BUROCRACIA PROFESIONAL, por Maximiliano Campos Ríos rememora una de las iniciativas del gobierno de Raúl Alfonsín, la formación del cuerpo de los administradores gubernamentales (AG), un cuerpo de expertos que vino a saldar una vieja deuda de reforma de la administración pública. Todos los gobiernos y regímenes políticos argentinos han prometido una reforma de la administración pública, pero el retorno a la Democracia, trajo consigo la idea de modificar y sobre todo modernizar el Estado y la Burocracia para romper con viejas prácticas.

Aldo Neri en: LA IDEOLOGÍA, DE GRAN RELATO A POLÍTICA PALPABLE

Nos invita a recordar que inicialmente, en Argentina, la derecha democrática no se asume como tal: se autodenomina "centro", para coincidir con el sentimiento predominante en la clase media, donde cosecha el grueso de las adhesiones. Y también, que izquierda y derecha son siempre plantas vernáculas de los países, dentro de la gama de especies que tiene la gran familia mundial

En la sección internacional, en UN PAÍS DE FANÁTICOS, Jorge Sigal se asombra de que un israelí pudiera convencerlo de que la Argentina es un territorio colonizado por fanáticos. ¿Cómo es posible que una persona nacida y criada en Jerusalén, esa pequeña porción del universo siempre en disputa, siempre a un paso de convertirse en hoguera, conozca tan bien a los argentinos?

Miguel Máizquez en INTERVENCIÓN EN SIRIA: ¿DEMASIADO TARDE? Aborda un tema urgente. Los horrores y las masacres llevan sucediéndose en Siria desde hace más de dos años. Cientos de miles de muertos, millones de refugiados y desplazados, un país descompuesto y dividido por un odio que durará generaciones… Si, al margen de que sea o no la mejor opción, las razones para una intervención internacional se fundamentan en intentar detener semejante tragedia, hace mucho tiempo ya que esas razones están sobre la mesa..

POPULISMO Y BONANZA ECONÓMICA, de Omar Argüello sostiene que la experiencia histórica muestra que las diversas formas de gobiernos populistas tienen serias dificultades para diseñar y ejecutar procesos de desarrollo creadores de riquezas. La historia también muestra que esa incapacidad productiva hace que los gobiernos populistas mantengan el apoyo de la ciudadanía sólo mientras dura una bonanza económica que ellos no han creado, y que una vez agotada esa bonanza tengan serios problemas de gobernabilidad.