Los ejemplos -tanto históricos como contemporáneos- deberían servirnos para todo lo contrario: aferrarnos a la política en momentos de crisis o tensión.
La Auditoría General de la Nación tiene una responsabilidad grande: auditar las cuentas y la gestión de la administración pública nacional.
Si bien la AGN no tiene poder de sanción, sus informes alertan a los legisladores sobre áreas mal gestionadas y pueden convertirse, eventualmente, en elementos probatorios en un juicio (ver “Auditoría y justicia”).
Pero las recomendaciones de la AGN sirven fundamentalmente para que las distintas oficinas que van siendo auditadas, mejoren el uso de los recursos, la rendición de cuentas y la calidad de su gestión.
Para llevar adelante esta tarea con ejemplaridad, la AGN va adaptando y mejorando sus normas y sistemas, de acuerdo a requerimientos locales y atento a las mejores prácticas de otras entidades de fiscalización y control.
El centro de estudios oficial del radicalismo, la Fundación Alem, es un espacio desde el cual se está realizando un aporte crucial a las discusiones sobre políticas públicas en la Argentina.
Recomiendo un recorrido y la suscripción al canal, cuyo contenido conforma una verdadera plataforma desde la cual orientar el futuro.
Es que la Argentina -luego del largo experimento político populista, facilista y extravagante que terminó en 2015- necesita nuevos enfoques, ideas sostenibles y una perspectiva amplia de las necesidades de la sociedad.
A propósito de algunas dificultades locales pero sobre todo a causa de las crisis políticas en México, Brasil, Italia y España, me preguntó un periodista si la política estaba haciendo agua para resolver los problemas de la sociedad.
La capacidad o incapacidad para brindar soluciones está en cómo se conduce la tensión entre dos procesos que han distinguido los asuntos globales en las últimas décadas: globalización y democratización; si bien hay más estados democráticos que nunca antes en la historia, su imperio para determinar conductas se ve acotado por el funcionamiento del capitalismo a escala global.
Seminario internacional de igualdad de género en la sede de la Auditoría General de la Nación, 30 y 31 de mayo de 2018
Cuando una sociedad afectada por la insatisfacción se cierra en sí misma, puede amanecer con respuestas populistas. En el caso de Europa, las expresiones suelen venir acompañadas de xenofobia y nacionalismo, lo cual exacerba el aislamiento.
El camino alternativo es el de construir instancias globales supra-estatales capaces de gobernar esa globalización.
Por eso creo en la utilidad, necesidad y eficacia de las herramientas globales institucionales, tales como el G20 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), temas sobre los cuales me he expresado en entradas anteriores (Usemos al G20, Datos matan espejitos, El triple desafío del desarrollo).
La semana pasada se realizó en la sede central de la AGN una seminario internacional muy interesante sobre igualdad de género con foco en el ODS 5: lograr la igualdad de géneros y empoderar a todas las mujeres y niñas.
El presupuesto del PAMI en 2014 fue de $45.600 millones, una suma muy significativa en las cuentas públicas, equivalente al presupuesto del Ministerio de Educación de la Nación.
El programa relevado por la AGN en esta oportunidad en la unidad de gestión local de Ciudad de Buenos Aires, representó $995 millones. De ese total, $311 millones no pudieron ser verificados por la auditoría debido a que no existía documentación que respaldara los conceptos facturados por los prestadores.
A lo largo de los años, la AGN ha realizado una gran cantidad de auditorías en el PAMI, la mayor obra social de la Argentina, y siempre ha revelado hallazgos alarmantes.